Rodrigo Ojeda Gómez
Una de las cosas que siempre nos genera decepción, más que el fútbol me atrevo a decir, es la corrupción y la política. Nuestra generación creó una carcasa de repelencia hacia ellas, y no es para menos, dada la inseguridad ciudadana, la pobreza, etc. Los gobiernos pasados buscaban la aprobación del pueblo con soluciones pensadas para un sector específico y con un problema en específico (programas sociales), pero el apoyo, que no fue ni es autosostenible, hizo que no se alcanzara el desarrollo adecuadamente.
No solo se trata de buscar soluciones a corto plazo, es más complejo. Los hacedores de la política primero tienen que plantear bien el problema. Felizmente, conforme pasa el tiempo, vamos modificando la toma de decisiones, el reconocimiento de problemas y el análisis de las soluciones; debemos salir ahora de la cúpula tradicional de la política, del ordenamiento de las instituciones o grupos de poder que manejaron a su conveniencia al Estado.
Nos llaman la “Generación del Bicentenario”, por el gran ejemplo que dejamos a lo largo de estos meses. Esta atribución no es para menos, pero la puede llevar cualquiera.
Por eso, pongámonos en tela de juicio, a pesar de que tenemos ganas de superación, de conocer el rico pasado histórico de nuestro país y del mundo; a pesar de que tenemos predisposición al cambio y que deseamos darle “refresh” a todo modelo convencional de la política en la sociedad. Este legado que se deja no es parte de una estadística demográfica más, es el punto de una reforma completa.
Se pide una reforma constitucional, pero la reforma tiene que hacerse con líneas mucho más extensas; la reforma se evoca a los hacedores de la política, a la política en sí. Claro que existirán cuestiones adyacentes, como: ¿estamos realmente preparados para poder formar parte de las decisiones y el futuro de nuestro país? Y cabría también discutir si la generación pasada hizo un buen trabajo en la política. En cualquier caso, un cambio rotundo será mejor que la situación actual.
Asimismo, sobre el cuestionamiento inicial, en realidad la respuesta no se enfoca directamente a cuán preparados podamos estar, pues en el campo laboral peruano hay bastantes fallas, en sí es cuán dispuestos estamos a mejorar nuestro país, desde la perspectiva de ciudadanos. Perspectiva que olvidó la generación pasada.
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