Luis. F Vilcatoma Salas
El descontento, la protesta y la radicalización social se van extendiendo progresivamente en el país. Miles de trabajadores de empresas agroindustriales y de agroexportación (que obtuvieron la derogación de la Ley de Promoción Agraria), transportistas, profesionales de la salud, etc., se levantan contra un gobierno ya no solamente de transición sino también en emergencia, por su debilidad estructural de origen (designación obligada por vacancia de Merino) y con todos los impresentables golpistas congresales vivitos y coleando, dispuestos al ensayo de una nueva vacancia presidencial vía el cambio de la Junta Directiva del Congreso. Circunstancia en la cual ha comenzado a articularse la demanda plural y arrebatada de la calle con el sector populista, oportunista y logrero de los golpistas de agenda propia.
Algunas de las razones estructurales de esto estriban en la crisis de representación del país que, en lo inmediato, tiene que ver con los partidos políticos y los gremios laborales. Al perder los partidos políticos, por esta crisis, su función de intermediación entre el Ejecutivo y las demandas sociales, el Congreso empieza a convertirse en una suerte de correa de transmisión y presión de lo popular demandante hacia un Ejecutivo orgánicamente debilitado y sin bancada propia significativa en el Congreso.
Una multitud que se moviliza efectivamente alrededor de significantes compartidos, que golpea, logra resultados y, luego, cada uno de sus participantes retorna a su hacer habitual hasta una nueva convocatoria. ¿Cómo romper este cordón umbilical trágico que las circunstancias están propiciando? Una primera forma de avanzar a ello está en el sinceramiento presupuestal del Estado: las personas necesitamos saber con suma objetividad y precisión cuál es el estado financiero de la Caja Fiscal, cómo están distribuidos los recursos y cómo se piensa distribuirlos; cuánto se ha gastado y cuánto queda por asuntos de la pandemia y la recesión económica. Una segunda forma, un diagnóstico exhaustivo para saber a qué atenerse en políticas y acciones, en posibilidades socialmente disruptivas y trayectoria de escenarios para actuar en consecuencia.
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