Gonzalo Málaga publicó un libro de cuentos que mereció el comentario de Carlos Calderón fajardo
Gonzalo Málaga Ortega (Puno, 1968) es autor del libro “M. F. (los Multifuckers) y otros cuentos”, en el cual deja notar su talento para recrear la realidad sin aderezos. El mérito que ostenta su obra radica en el tratamiento de un tema vitalmente trascendental o que muy pocos autores se atreven a destacar, y si lo hacen, lo hacen indirectamente.
Existe una regla tácita que impone que un libro de cuentos debe ser unitario, coherente, un todo orgánico que camine solo. “M. F. (los Multifuckers) y otros cuentos”, sin embargo, reúne cuentos escritos en diferentes épocas y sin elementos que permitan agruparlos alrededor de un solo tema. Pese a ello, el autor se las ingenió para estructurar un libro sólido, con piezas independientes, pero con engranajes de una narrativa mayor. Es decir, que Gonzalo Málaga Ortega trabajó un mismo espíritu y un ritmo único (una marca de estilo, una voz propia, estilizada y ya reconocible) capaz de atravesar las distintas historias que cuenta, lo cual da la noción de unidad, de coherencia al total.
El libro tiene nueve microcuentos de excelente factura y propone una manera de contar en la que las palabras dan cuerpo a un misterio que el lector tiene que presentir. Dice Carlos Calderón Fajardo, en el prólogo del libro: “Gonzalo pertenece a la nueva narrativa peruana que se caracteriza por haberse independizado del realismo tradicional, y propone una manera de contar en la que la palabra en sí misma abre mundos. Pero Málaga es sobre todo un narrador de historias que busca un contraste entre lo escrito y lo referido; el conjunto de esas historias conforma una totalidad como libro; los vasos comunicantes, las constantes en los cuentos, las vías subterráneas de unión, conforman una trama, un misterio que el lector tiene que presentir”.
¿Qué libro trabaja usted ahora?
Tengo dos libros en preparación, el primero es una novela escrita a partir de mapas y fotografías, ambientada entre 1990 y 2008. Es un libro de corte un tanto fantástico, en el que estoy trabajando desde hace año y medio. El segundo es un conjunto de cuentos cortos que creo está en este momento por la mitad.
¿Cuál debe ser la participación de los escritores en el Bicentenario?
En lo personal, lo del Bicentenario no es algo que me quite el sueño, hablando desde luego a nivel creativo. Está claro que, desde puntos de vista sociológicos, políticos y económicos, este es un buen momento para hacer un balance y ver cómo queremos estar de aquí a diez o veinte años. Tampoco siento que ahora sea algo que le importe mucho a la gente. 2021, más que el año del Bicentenario de la independencia, será recordado como el segundo año de la pandemia.
¿No es tiempo acaso de plantear un proyecto nacional?
Es una constante en nuestra historia. El Perú existe, conocido como tal, por lo menos desde doscientos años antes de la proclamación de la independencia, y siempre ha faltado un proyecto nacional, uno que incluya a todos sus habitantes. Nos falta definir metas mínimas que sean compartidas por todos los peruanos; ojalá podamos hacerlo.
¿Cuál es el rol de los escritores en ese caso?
Hacer lo que hacemos mejor: observar, recordar, ordenar las ideas, imaginar, ponernos en el lugar de otras personas y escribir. Tal vez, de primera impresión, lo que escribamos parezca no tener nada que ver con el tema de tu pregunta, pero siempre va a provocar algo en quien lo lea.
¿Qué se entiende por reescribir la historia del Perú?
Supongo que más que de “reescribirla”, se trata de continuar escribiéndola y hacer relecturas, encontrar y dar sitio a las voces que faltan… reencontrar los puntos de vista que se dejaron de lado en su momento. Esa es tarea de los historiadores, algo que ellos hacen bien.
¿En qué medida la literatura contribuye a los cambios sociales?
Eso es impredecible. Lo mismo puede favorecer como impedir que se produzcan cambios. Y también es posible que alguien escriba una novela con la idea de que impacte en los lectores y que ese libro termine pasando desapercibido. O puede ocurrir que dos o tres versos de un poema terminen convertidos en lemas que provoquen cambios enormes.
Finalmente, ¿Qué le aconsejaría a un joven escritor?
Que lea mucho, que se interese verdaderamente por las personas, que aprenda a conocerse y que escriba. Y que para escribir haga uso de todo, de lo que ve, de lo que oye; que aproveche sus miedos, sus sueños, la imaginación, lo que recuerda. Que siempre tenga a mano algo con qué o en qué escribir.
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