Qué mayor símbolo de la esperanza que un médico que venció a la muerte. Luis Enrique Suclla Loayza estuvo 39 días hospitalizado luchando contra el virus del que se contagió en julio de 2020, cuando laboraba en el área de shock trauma, uno de los ambientes con mayor riesgo de contagio. Ahora seis meses después, ya recuperado, es el primer galeno del Hospital Covid-19 (Honorio Delgado), en vacunarse.
Al recibir la dosis de Sinopharm, se siente calmado. “Esperamos que con esta vacuna, la mortalidad baje”, dice el médico intensivista. Suclla es un símbolo de persistencia para sus compañeros. Es jefe de la Unidad de Emergencia y quien les demostró que se le puede ganar al virus. El 15 de julio, sus pulmones tenían 30% de afectación por el covid-19 y una insuficiencia respiratoria que le quitaba el oxígeno. Por gestiones, lo llevaron a UCI del hospital de Villa El Salvador, en Lima, donde se recuperó.
Apenas terminaron sus terapias, volvió a su puesto para seguir enfrentándose a la enfermedad. “Hay que salvar vidas”, se dijo.
Las inmunizaciones voluntarias en Arequipa iniciaron el jueves, pero ayer arrancó en este nosocomio desde las siete de la mañana. Son 1418 trabajadores de salud (médicos, enfermeros y técnicos que atienden pacientes covid en UCI, emergencias y medicina), priorizados para recibir su dosis, culminando hoy con esta labor.
Existen servidores que no están en la lista pero que temprano se acercaron para ver si podrían vacunarles. Estuvo por ejemplo una técnico en enfermería con síntomas de covid-19, que quería recibir la dosis pero por su cuadro no le admitieron. Médicos residentes que también reclamaban ser inmunizados. También acudieron tres galenos, quienes voluntariamente indicaron que no recibirían las vacunas porque padecen de otras enfermedades.
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Las vacunas son señales de que el virus que desde el año pasado retardó al mundo, que en Arequipa contagió a 165 840 personas y mató a 2863 (Geresa, 00:00 horas del viernes), que colapsó el nosocomio en julio y agosto, causando desesperación económica y sumió a muchos en la pobreza, está a punto de ser vencido.
El técnico en enfermería Adolfo Apaza Paz, dice que la inmunización es una salvación porque hace un año ni se esperaba que llegara pronto. Cristie Rodríguez, enfermera de 25 años, sostiene que es una oportunidad para seguir luchando. Para la jefa de la Unidad de Emergencias, Alida Huamán Castro, la vacuna significa una tranquilidad.
“Es una tranquilidad y creo que es el sentir de la mayoría. Han visto cómo los médicos se emocionaron en Lima porque se vacunaron. Hubiera preferido, dijo un colega jefe de UCI, darle la vacuna a mi madre o a mi hija, lo mismo diría yo. No puedo ver a mi madre por meses porque le puedo llevar el virus y hoy mi hija me pidió: ¡vacúnate! pero no. Ellos (el personal) están más cerca del paciente que yo. Yo puedo estar en oficina y coordinación la mayor parte del día, pero ellos se enfrentan no solo al paciente, sino al familiar que les dice sálvale la vida porque es mi mamá o mi hijo. Ellos tienen más derecho que yo, de repente. Ellos tienen que estar más protegidos que yo. Cuando ellos terminen, entonces pensaré en protegerme. Somos los capitanes del barco”, dice Alida Huamán, siendo un contraste tan distante a la del expresidente de la República, Martín Vizcarra, quien se inoculó antes que todos y de forma silente.
La inmunización permitirá reforzar esta primera línea de lucha contra el covid-19. Durante la pandemia, más de 250 galenos murieron en el país. En las filas que se forman para recibir la dosis Sinopharm faltan varios médicos que perdieron la vida en esta batalla contra el virus.
“Quisiera que el doctor Wilfredo Pino, Roberto Aragón, Juan Condori, Guido Bedregal, hubieran estado aquí (vacunándose). En honor a ellos, seguimos adelante”, solloza Alida. La esperanza se empezó a inocular.
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