“No estarás en el cierre de su campaña de Keiko Fujimori, deberías venir a Lima, ser coherente.”
Es normal que te entrevisten en una emisora del poder mediático. Has hablado en buen español como legítimo marqués, título nobiliario otorgado por el monarca Juan Carlos I de España. Ese hecho, desgraciadamente, te hace sentir superior a nosotros, que conformamos la gran mayoría de 32 millones 625 mil 948 de indios, cholos y mestizos. Sin embargo, lo peor es que no vendrás para votar en las próximas elecciones por Keiko Fujimori. No estarás en el cierre de su campaña; pero deberías venir a Lima, ser coherente entre lo que piensas, dices y haces.
Hablas desde el subconsciente, como todo converso (término para señalar a musulmanes que se convierten en católicos), y resentido por no haber sido elegido presidente del Perú. El desprecio que sientes por nosotros no tiene límites. ¿Cómo es posible que pidas votar por Keiko Fujimori? ¿Con qué derecho? ¿Con qué moral? ¿Quién eres tú para pedir desde Madrid que votemos por la jefa de una banda delincuencial y organización criminal? ¿Por qué tenemos que obedecer tus desacertados consejos políticos? ¿Qué facultad tienes para pedir que nos inmolemos otra vez por sus equivocados juicios?
Recuerdo que en septiembre de 1966 fuimos invitados por la Galería Cultura y Libertad, a cargo de Jorge Luis Recavarren, al I Encuentro de Escritores Jóvenes del Perú. De pronto hiciste una denuncia terrible que estremeció y rompió el certamen. Escribiste una carta afirmando que la CIA financiaba el evento. Años más tarde aprovechaste el caso de Heberto Padilla, detenido el 20 de marzo de 1971, a raíz de un recital en la Unión de Escritores.
Antes que te entregaran el Premio Rómulo Gallegos por tu novela “La casa verde”, consultaste a Alejo Carpentier qué debías decir en tu discurso. Te dijo que fueras mesurado, que los 100 mil dólares de premio los donaras al Che Guevara para financiar las guerrillas. Y aceptaste. Fue un compromiso de honor. En eso se produjo el “Caso Padilla” y aprovechaste la ocasión para romper con Cuba. Desde entonces atacas de la manera más vil a los pueblos que luchan por su liberación. Eres un enemigo feroz de naciones empobrecidas, que tratan de liberarse del inhumano sistema que ahora defiendes.
Ahora sabemos que la señora Keiko Fujimori te llamó para agradecerte y por eso con más fuerza la elogias, tratando de presentarla como si fuera una lideresa virgen y salvadora. Estás equivocado. Se trata de una traición imperdonable, de un acto políticamente indecente, de un comportamiento antiético. Después de haber combatido al fujimorismo como a la peor lacra política del Perú, ahora nos llamas para que votemos por Fujimori. No puede ser. Es una pena que no sientas vergüenza de lo que piensas, dices y haces.
¿Crees que con tus opiniones la señora Fujimori tendrá más votos? No, imposible. Ya verás que le hiciste mucho daño. Pero en buena hora. Nadie te cree en el Perú. Deberías estar callado si no conoces la nueva realidad. No hay persona más letal y peligrosa que un converso y amargado como tú. Has logrado movilizar como nunca antes el antivoto, el rechazo a una familia que se ha enriquecido usando el robo y saqueo. El pueblo peruano dirá en las elecciones: ¡Basta!
Las elecciones de la segunda vuelta están destinadas a jubilar democráticamente a una clase social que nos ha hecho mucho daño. En 200 años de vida republicana somos un país sin esperanzas sociales. Pero no hay que temer a los cambios históricos. Una nación que social, económica y políticamente no es capaz de hacer cambios en sus estructuras, está condenada ser una colonia. Ese tiempo debe terminar. Qué bueno hubiera sido que contáramos contigo. Pero no. Has decidido combatir para que el Perú siga siendo un país empobrecido. Entonces, que les vaya bien a ti y a tu aliada Fujimori. El Perú los derrotará.
Lo peor es tu llamado para que en caso no gane Keiko Fujimori, haya un golpe de Estado. Es el colmo. ¿Hasta dónde llega tu desprecio y odio al Perú? No tiene límites. Sabemos que hablas bien y escribes mejor. Pero cuando pides que votemos por la dinastía Fujimori, te equivocas. Lo mejor sería que te callaras en todos los idiomas. Por segunda vez, por favor: ¡No jodas!
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