Durante el año 2020, y según datos que informó la Policía Nacional del Perú (PNP), ocurrieron 89 accidentes con ciclistas involucrados. Y al cierre de los primeros cinco meses del presente 2021, se han sumado 28 casos más. Totalizando el preocupante número de 117.
El dato cobra relevancia cuando lo analizamos en conjunto con otros indicadores que nos afectan en lo cotidiano. Un ejemplo es que en el país, casi un %80 no tiene un seguro contratado y el %40 del parque automotor no posee el seguro obligatorio (SOAT), que fue establecido por ley para asegurar mínimamente la atención de las víctimas de tránsito.
La contratación de un seguro contra riesgos a terceros tiene muchas finalidades, no sólo de proteger a personas ajenas a un accidente, sino de resguardar objetivos de protección social para la ciudadanía. La contratación de un seguro puede tener como principal fin para el asegurado, lograr reparar el daño causado materialmente. Pero también hay que asumir que los seguros nos permiten lograr una atención de las víctimas. Y éste no es un dato menor.
Para graficar los datos. ¿Podemos imaginar que los accidentes de tránsito causan más fallecimientos que los homicidios? Resulta difícil de asumir, pero según datos que releva el Observatorio Lima Como Vamos, éste un indicador de la realidad. En las estadísticas, para valorar esta situación, nos muestra que en el año 2019 perecieron más de 3000 personas en calles del país, siendo mayor que el número ocurrido en ocasión de homicidios. Esto no significa que haya pocos fallecidos en homicidios, sino que muestra que claramente es otra problemática que se debe tratar y cuidar de manera urgente.
Como dijimos. La importancia de los seguros gana protagonismo a la luz de los hechos, que nos arrojan una dura realidad diaria. Un ejemplo del rumbo, es la propuesta de la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (en sus siglas APESEG) al Congreso de la República para crear un seguro obligatorio al servicio de taxi.
Actualmente existen cuatro coberturas principales en un seguro vehicular y son el de responsabilidad civil, el de daño propio, daño a terceros ocupantes y por último asistencias. Es claro que la legislación nos exige, en función de elementos y estadísticas. Pero también debemos tener en cuenta que un seguro, puede protegernos de los costos materiales que debemos afrontar.
La situación de la economía global se ha visto afectada por la pandemia. La de nuestros bolsillos también. Imaginemos que debemos afrontar un simple robo vehicular o la reparación de nuestro coche. En este contexto, cualquier gasto que debamos afrontar puede ser inalcanzable con la consecuente pérdida de nuestro patrimonio.
Esta necesidad que parece surgir en torno a las estadísticas, el compromiso social y la real necesidad de cuidar nuestro patrimonio, viene acompañada de una evolución marcada en estos nuevos tiempos hacia el mundo digital. Hoy, muchas empresas aseguradoras ofrecen sus servicios simplificando trámites y agilizando los pasos de contratación, como lo puede ser un seguro contra riesgos a terceros, mediante accesos digitales en internet. Por otro lado, esto nos permite evaluar no sólo la oferta de costos, para que de este modo podamos, no sólo elegir la alternativa que mejor se ajuste a nuestra economía doméstica, sino que además contemple las necesidades de servicio y atención que busquemos.
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