Domingo Mendoza Bustinza es sociólogo y politólogo. Nació en Puno, estudió la primaria en la UE 893 y la secundaria en el Glorioso Colegio Nacional San Carlos. Su principal país de residencia ha sido Bolivia, donde se ha desempeñado como experto en desarrollo en organismos internacionales como SNV (Holanda), GTZ (Alemania), Euroconsult (Holanda), etc.
¿Cuánto sabe de la historia del Perú?
Como peruano y como profesional de las ciencias sociales y políticas, lo necesario para comprender los fenómenos socio-políticos y económicos. Confieso mi apego a la historia universal, porque nada se entiende si no tenemos una visión histórica global. Aún más, como latinoamericano, mi predilección por la historia de Nuestra América.
Este año conmemoramos el Bicentenario, ¿cuáles serían los grandes retos de los escritores peruanos?
En primer lugar, denunciar la mentira, donde sea que esta se encuentre. En segundo lugar, ser patriota. Según Miguel de Unamuno, ser patriota supone tres presupuestos inexcusables: 1) Libertad de conciencia real y efectiva; sobre todo, libertad de crítica ante el examen de la conducta histórica. 2) Convicción de que el antiguo patriotismo pierde vigencia; y 3) Confianza en que la verdad nos hará libres.
¿Qué conmemoramos: 200 años de libertad, 200 años de independencia, 200 años de República?
Si por conmemorar entendemos la celebración, no podemos decir que celebramos nuestra libertad, porque no somos libres. ¿Somos dueños de nuestro destino? Mucho menos 200 años de independencia, porque esta es parcial e incompleta. Independencia supone haber logrado una victoria total en derechos humanos y justicia social, pero sobre todo tener una independencia económica. ¿Somos dueños de nuestros recursos estratégicos? Por otro lado, ser una República supone tener un Estado soberano. ¿Lo tenemos? Considero que no. La tarea es continuar con nuestra gesta emancipadora, hasta la victoria final.
Para Luis Alberto Sánchez, el Perú era un país adolescente, mientras Jorge Basadre afirmaba que el Perú era un problema y una posibilidad. ¿Cómo define usted a nuestro país en la actualidad?
Creo que ambos tienen razón. Para definir al Perú, me apoyaré en unas preguntas que se hace Dante en la “Divina Comedia”. ¿Por qué la humanidad ha perdido el camino? ¿Qué nos pasó? ¿Por dónde perdimos la dirección? Como señalé en un artículo, debemos vigilarnos a nosotros mismos, no desviarnos de nuestro propio camino, porque si hay un hombre, un ser raro que se tropieza con la misma piedra, somos exactamente nosotros los hombres.
Si le pidieran hacer un comentario sobre la importancia del Bicentenario, ¿cuál sería el argumento?
El Bicentenario debe servirnos para tomar conciencia de la necesidad de contribuir a completar la segunda independencia (económica) y coadyuvar a las luchas sociales por mejorar la justicia social y las condiciones de vida de los sectores más humildes de la patria. El Bicentenario debe servirnos para recordar el ideario emancipador que buscaba la integración latinoamericana y caribeña. Es decir, no solo se trata de rememorar, sino de revitalizar las luchas independentistas por la justicia social, los derechos humanos y la integración de nuestros pueblos. Los peruanos tenemos una idea y sentimiento muy nacionalista de la independencia. No hay independencia peruana sino hay independencia de nuestra América.
Finalmente, ¿algún mensaje para los jóvenes que quieren estudiar la historia del Perú?
Que sean ellos los protagonistas del paso de una sociedad civil, pasiva y contemplativa a una sociedad productiva y política; de una sociedad en sí, a una sociedad para sí. Los jóvenes deben concentrar sus esfuerzos en la construcción de una nueva institucionalidad basada en nuevos actores políticos y la construcción de una sociedad participativa, de una ciudadanía política. Ser actores de la construcción de un Estado “ex parte populis” (de parte del pueblo).
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