Jorge Luis Duárez
Las segundas vueltas electorales, aquellas en donde la ciudadanía debe elegir al nuevo gobernante solo entre dos alternativas, pueden generar en quienes terminan siendo ganadores espejismos que de no ser despejados pueden hacerlos caer en terribles equivocaciones. Uno de estos espejismos posibles es asumir que la población a nivel nacional se encuentra polarizada ideológicamente entre aquellos que quieren defender el status quo y otros que aspiran a un cambio radical. A mi entender, lo más concreto que tenemos en el Perú de hoy es una profunda desconfianza de la política en general y de los políticos en particular, sin importar su orientación ideológica. Si el presidente Castillo no es consciente de esto posiblemente su gobierno naufrague más temprano que tarde. Permítanme profundizar en esta idea en las siguientes líneas.
En el frente externo el gobierno enfrenta un difícil desafío, y no me refiero a las movilizaciones que demandan la vacancia presidencial luego de que hace solo algunos días el presidente haya asumido su cargo, sino que me refiero a la tarea de ganarse la confianza y el respaldo de las mayorías. (…)
En el frente interno el gobierno enfrenta una disputa que en el corto plazo influirá en su orientación política. Coincido con lo escrito por el profesor Sinesio López en su columna ‘Las tesis de julio y agosto’ en la cual sostiene: ‘En las izquierdas que apoyan a Castillo hay una tensión, que puede convertirse en contradicción, entre una estrategia de confrontación, postulada por Perú Libre, y una estrategia de hegemonía, postulada por JPP y Nuevo Perú”. La composición del gabinete Bellido manifiesta esta tensión, en donde encontramos nombramientos por decir lo menos cuestionables y otros que generan desde mi punto de vista muchas expectativas en términos técnicos y/o políticos, entre ellas las del maestro Héctor Béjar, Anahí Durand, Pedro Francke, Aníbal Torres, Hernando Ceballos y Juan Cadillo. En las tensiones identificadas por Sinesio López podemos agregar al grupo de docentes que apoyaron en la campaña electoral a Pedro Castillo y que ahora han llegado al Congreso, los cuales no necesariamente comulgan con la estrategia de Perú Libre.
Hasta el momento considero que el más importante logro del ahora presidente Castillo es haber derrotado electoralmente al fujimorismo, pero eso ya es ‘capítulo de la temporada pasada’. El desafío ahora es generar las condiciones políticas necesarias para llevar adelante los cambios impostergables que el país necesita en su economía y en la lucha contra las desigualdades. La estrategia de confrontación a mi entender es un error en tanto enfrascaría al gobierno en pugnas con el Congreso, repitiendo aquel divorcio que hace décadas experimentamos en el Perú entre políticos y ciudadanía. Por el contrario, una estrategia de hegemonía ayudaría a avanzar en este camino de confianza que debe ganarse el gobierno frente a los que busca representar, acercándose a la población, preferentemente a la más golpeada por las desigualdades que nos atraviesan, a las organizaciones campesinas, a las organizaciones de trabajadores, a las organizaciones indígenas, a las organizaciones de mujeres; asumiendo con responsabilidad (y no solo con convicción) el ejercicio del poder estatal.
Comentario sobre post