Lima. ”Creemos que construyendo una losa deportiva estamos promocionando el deporte”, cuestiona Saúl Barrera, expresidente del Instituto Peruano del Deporte (IPD) y uno de los ponentes del segundo día del Congreso Internacional del Deporte “Perú Summit” que organiza el IPD.
En base a un sustento estadístico y técnico, expone que el 90% del presupuesto para el deporte es destinado a la infraestructura, la cual, a nivel de los gobiernos locales (municipios), es uno de los rubros más importantes superado únicamente por la conectividad y saneamiento.
Se estima que cada año se construyen en promedio 200 losas deportivas, las cuales -en su gran mayoría- son abandonadas porque no hay programas deportivos. “Es como construir hospitales sin médicos o colegios sin profesores”, es la preocupante conclusión de Barrera.
“La masificación de la actividad física y deportiva no parecen ser la prioridad. Una clara muestra es que en los recientes años los gobiernos regionales se han dedicado a remodelar estadios de fútbol”, subraya mientras sustenta sus palabras con didácticas diapositivas.
A nivel del gobierno nacional el apoyo al deporte es económicamente respetable, pero al de alta competencia, porque la masificación deportiva como tal (recreativo, educativo, de salud, etc.) sigue con un presupuesto notoriamente bajo en relación al deporte altamente competitivo.
De cara a las elecciones regionales y municipales en 2022, este tema no debe pasar por alto. Es casi seguro que, una vez más, los candidatos prometerán apoyar al deporte, mediante la construcción de lozas deportivas o infraestructura. Ahora sabemos que, ése, no es el camino correcto.
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