Por Luis Calle*
No creo, estoy seguro, que la actual representación nacional es la peor de todos los tiempos.
He tratado de encontrar lo que hipócritamente denominamos ‘honrosas excepciones’, y no encontré ninguna.
Ellos representan todo lo malo con pruebas irrefutables y son de conocimiento público.
Siendo un parlamento inédito con mayoría absoluta; desde el primer día esta mayoría, su lideresa y sus adláteres, no aceptaron la derrota y mostraron descortesía, soberbia y prepotencia en sus actos, traducidos en obstrucción a la gobernabilidad.
Es muy difícil que estos parlamentarios puedan sintonizar con lo que el pueblo quiere.
Empezando la crisis con PPK, manifesté que lo que mejor que podía pasar era que se fueran todos y que se llamaran a nuevas elecciones.
Muchos dirán que era una postura antidemocrática; pero era mejor a lo que hoy estamos viviendo con democracia, enfrentados Congreso y Ejecutivo irreconciliablemente.
En la última sesión de la Comisión de Constitución, cuando acuerdan por mayoría enviar al archivo el proyecto del Ejecutivo sobre la inmunidad parlamentaria, se vio como llamaron a los congresistas que no participaron del debate para hacer mayoría y lo lograron.
En el debate y después, en defensa de su actuación manifestaron cosas como que el presidente Vizcarra estaba confrontando al Parlamento para ganar popularidad.
¿Acaso no leen las encuestas donde se señala que es la institución de más alta desaprobación? No pueden ignorar que más del 60 % está de acuerdo con que se disuelva el Parlamento.
Otro parlamentario, en relación a la no reelección, argumenta que será un fracaso, pues dice que se requiere experiencia en la función, me pregunto ¿cuándo ingresaron por primera vez, tenían experiencia?
Habría que recordarles que nadie en la vida es insustituible, y que según vemos en este Parlamento, los experimentados lo que practican y enseñan a los novatos, son las malas artes para proteger sus intereses personales y/o partidarios.
La presidenta de la Comisión con desparpajo dice que la inmunidad existe en todos los parlamentos del mundo, pero lo que no menciona es la austeridad que existe en otros parlamentos, como el sueco, con el que deben comparar remuneraciones y condiciones de vida y trabajo; o revisar el mensaje de López Obrador presidente de México, en relación a los servidores públicos.
Por lo mencionado es necesario modificar normas para que el parlamento cambie y el pueblo pueda recuperar credibilidad en su acción.
No es posible por ejemplo, que ellos mismos tengan la potestad de fijar sus remuneraciones y otros privilegios sin ningún control, pues siempre encontrarán artilugios (política) para superar cuestionamientos.
Bueno sería que en otras instituciones públicas y privadas, los trabajadores podamos tener el privilegio de fijar nuestras remuneraciones y otros beneficios; planteamiento totalmente utópico, pero que nuestro Congreso lo tiene.
Lo que están haciendo es convertir la INMUNIDAD en IMPUNIDAD, sin interesarles los grandes problemas que agobian al pueblo.
*Economista
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