Por: Alexandra Ramos
José Paniagua Núñez, mejor conocido como “Jóspani”, es una leyenda viva de la vida cultural, literaria, periodística e histórica de Puno. A continuación nos relata anécdotas y otros detalles de su vida.
¿Cómo incursionó en el periodismo?
A los 20 años empecé a hacer mis primeros pininos en el Diario “Los Andes”. Luego se inauguran las emisoras Radio La Voz del Altiplano y Radio Puno. Ahí comencé. Después, en el Diario Los Andes, empiezo a publicar mis primeros poemas y mis primeros artículos.
“Los Andes” me vinculó con la colectividad, con la intelectualidad de Puno. Así tuve la oportunidad de conocer a los Peralta, a intelectuales como Rivarola, músicos como Cástor Vera Solano, y a los que quedaban del grupo pictórico “Laykakota”.
A pesar de haber tenido otros trabajos, siempre hice periodismo. En el Diario Los Andes tenía una columna que se llamaba “Atisbando”, la cual se popularizó con el seudónimo de “Jospani”. Era una columna de pastillas, donde hablaba de los basurales de la Catedral, hasta que el obispo se amargó y lo arregló. Yo lo molestaba duro.
Después de muchos años regresé a Los Andes, con Samuel Frisancho; de ahí hasta su muerte tenía una columna que se llamaba “Troquel del Tiempo”, que se publicaba diariamente. A la muerte de Samuel, me quedo como el periodista más viejo de Puno.
¿Extraña trabajar en el Diario Los Andes?
Hasta hace unos tres años he colaborado eventualmente en los suplementos de Los Andes. Hice artículos de opinión, pero me empezó a fallar la vista, de manera que casi ya no escribo. Me robaron la computadora, y con la computadora vieja no puedo, así que creo que volveré a la máquina de escribir.
¿Qué reconocimientos y medallas ha recibido?
Tengo un montón de trofeos y medallas. La semana pasada me invitó la UGEL Puno para darme un reconocimiento; yo le dije al relacionista que me sobran y que tengo demasiados, pero me dijo que vaya nomás. Pero voy y se olvidan de mí, así que agarré la invitación y la rompí; me salí calladamente. No había más que hacer, no fue la culpa de nadie.
Sin embargo, cuando se dieron cuenta, me dijeron que volviera, pero ya estaba en otro momento de la actividad.
Tengo como 150 reconocimientos, hasta por gusto. Hace un rato se me ocurrió sacar las medallas. Ese es mi currículum.
Tengo la medalla de la Cultura de Arequipa, de la UNSA, por mi labor de 50 años de periodismo y poesía. ¿Qué voy a hacer con todo? ¡Se los quedará mi hija! Ahora me han sacado caricaturas por todo lado, hasta uno de los mejores de Cusco. Estoy lleno de trofeos y reconocimientos.
De todos esos reconocimientos, ¿cuál es el que aprecia más?
Todas me han estimulado y alentado; en ese sentido no hago distinción. Claro que la de la Universidad de Arequipa es muy buena, pero aquí la Universidad Nacional del Altiplano me ha dado bonitos reconocimientos.
Ahora, por el lado de la poesía, ¿cómo fue su amistad con Dante Nava?
El hecho de trabajar en el Diario Los Andes me ha vinculado con los poetas, con Dante Nava por ejemplo; era mi amigo, íbamos a tomar unas copas, con los pintores y artistas a veces, porque les gustaba la bohemia.
¿Y su sociedad con el Instituto Americano de Arte?
Un día, en el Diario Los Andes, me encontré con el doctor Amadeo Landaeta Basadre, presidente de la Corte de Puno, y con el presidente del Instituto Americano de Arte, quien me dice: “José, te invito a la isla Esteves, vamos a ir los pintores, y vamos a hacer algo allá; vamos el sábado”. Ese día, me preguntó por lo que haría, y le dije que al menos un poema. Ahí estaba Dante Nava, estaban los pintores domingueros, unos abogados… estaban bastantes personas.
Yo fui socio del Instituto Americano de Arte. Participé en la creación de la Primera Escuela de Bellas Artes en el departamento, en un local que primero hizo de biblioteca y que luego tenían que ceder al Instituto Americano de Arte. Generosamente, el señor Montoya, el doctor Cuentas Zavala y el doctor Landaeta se lo donaron a la Escuela de Bellas Artes, porque la creación de esta escuela la propició el Instituto Americano. Lo cedieron y ahora el Instituto Americano de Arte no tiene local, está en sesión de uso uno que le dio el Concejo [Municipal], pero lamentablemente no funciona su biblioteca, no funciona su museo de arte popular, porque no tiene espacio; posiblemente ahora, con el nuevo presidente, el doctor Efraín Quispe, vamos a ver si se puede conseguir un local adecuado, porque yo tengo que obsequiar mi biblioteca, tengo demasiados libros. Mire por acá, aquí tengo una biblioteca grande… Voy a mandar hacer un catálogo, y los mejores libros los obsequiaré al Instituto Americano de Arte.
¿Qué representa la poesía para usted?
Bueno, es una manifestación universal del sentimiento humano. Es como la música, porque el hombre, desde tiempos remotos, siempre trasciende, siempre deja huella. Como huella deja la canción y la melodía, la poesía; la pintura rupestre es el origen de la pintura que conocemos ahora. El hombre tiene que dejar una huella, como decía José Ingenieros: “Hay que pasar por la vida haciendo algo, llevando el contrabando de vivir sobre los hombros”.
¿Cuál fue el mejor consejo que recibió en su juventud?
Alguna vez el papá de Samuel Frisancho, don Ignacio Frisancho, me dijo: “José, ¿por qué no has terminado tu secundaria?”. Yo me quedé en tercero de media. “Bueno, le dije, por la vida, me peleé con mi papá”. “Mira -respondió-, Mariátegui nunca estudió periodismo, pero fue un gran periodista; Federico Moore tampoco, los Peralta menos; tú tienes que leer bastante”. Ese consejo me gustó, porque el hombre que lee está al día, y el hombre que lee se culturiza.
Leyendo, de la noche a la mañana, te encuentras con un montón de conocimientos que no pensabas que hallarías. Yo soy autodidacta, yo no soy un periodista libresco. He leído bastante y me gusta seguir leyendo, estoy medio ciego, pero me gusta seguir leyendo.
¿Imagina usted qué hubiera sido de su vida sin la poesía?
De repente me hubiese dedicado a la bohemia. Tengo una sola hija, que está en Lima, y mi primer compromiso se fue a Lima; me dejaron acá, pero ha sido un “hobby” maravilloso el hacer poesía, a parte del trabajo que había que cumplir. Hacer poesía y hacer periodismo siempre ha sido una pasión.
De sus poemarios, ¿a cuál le tiene más afecto?
Al último pues, que se llama “Puerto Azul”. Por otra parte, los poemarios que más me gustan son los de Nava y Oquendo de Amat. A veces trasciende un solo poema, como “Orgullo Aymara”, o el poema “Madre”, de Oquendo. Yo creo que la poesía es un arte que trasciende por su propio contenido y vale por ello
¿Qué significa para usted “Bohemiada”?
Es uno de los poemas que más les gusta a los amigos, y una de mis primeras composiciones. Lo redacté una noche, saliendo del [club] Kuntur, después de una bohemia. Cuando llegué a mi casa, me encontré con cuatro paredes aburridas, la ventanilla que me alcanzaba un pedazo de cielo, una mesa bordada con mis poemas, una silleta crujiendo de fatiga, una mesa de noche preguntándome del día, un reloj imperativo que me botaba a la calle…
Este año usted ha cumplido 90 años, ¿verdad?
Sí, 90 años.
¿Cuál es la anécdota más importante que tuvo estos últimos 10 años?
Mire, señorita, yo soy un hombre feliz, me he olvidado de la edad. Cuando alguien me dice: “Está usted con su bastón”, le digo que estoy aprendiendo a ser viejo. No sabe que el bastón ayuda porque uno está medio ciego, pero no hay que darle importancia a la vida, hay que tomarla un poco en broma; si yo la tomara en serio, sería ‘sendero luminoso’; yo la tomo un poco en broma. Para tomarla en serio, no vale la pena, tan corta la vida y tan larga la muerte, que es como para llorar, como dice el poeta chileno. Pero no es como para llorar, es para sentirse feliz de haber pasado por ella haciendo algo, es lo importante.
¿Qué les diría a los jóvenes que quieren ser poetas?
Que sigan adelante, que lean bastante, y que la poesía es espontánea; hay gente a la que le gusta plagiar un poco, pero no vale la pena; lo importante es crear y la creación siempre será reconocida. Hay que crear, que es más importante que la improvisación. Es como el pintor, él crea y aunque para unos sea una mancha, para otros es un estado espiritual, un estado de ánimo. Puede ser pintura decorativa, pero en ella encontramos el alma del artista. En un poema también encontramos algo del espíritu del poeta.
¿Qué opina de la actual situación política de Puno?
Es un poco engorrosa, aunque tenemos un alcalde que se preocupa del desarrollo urbano. La mayoría de alcaldes anteriores era un poco rural, que pensaban en ser diputados; entonces, seguramente proyectaban el dinero municipal hacia los distritos y las provincias, en fin, se olvidaban de la capital del departamento, cuando es lo prioritario. En cambio, este alcalde está haciendo actividad, ¿no? Más bien, no estoy de acuerdo con la pileta vieja, esa que van a poner en la Plaza de Armas; debieron hacer un concurso para poner una pileta artística digna de la capital del departamento de Puno, no esa pileta vieja. Ahí parece que faltó imaginación.
Y es que se trata de una obra eterna, que va a quedar para la historia y va a ser la imagen, el rostro de Puno. Menos mal que hasta al Parque Pino le han puesto las piletas que no funcionaban durante un año. Hay varias obras de reconstrucción, se nota la dinámica del alcalde, al cual vale la pena aplaudir.
¿Cree que Puno es una ciudad bonita en cuanto a arquitectura?
¡Por supuesto! Puno es una ciudad bonita, pero ya no tiene centro histórico. Vino Sinamos e hizo tiras la casa de piedra de la calle Lima. Sinamos hizo ese mamarracho de casa y la destruye, anotan las piedras y las dejan en el estadio, de manera que Puno ya no tiene una arquitectura que valga la pena. Hoy en día se trata de rescatar las obras del arquitecto Aza.
¿Qué mensaje les daría a los que van a leer esta entrevista?
Que lleguen al contenido de una lectura y sigan el ejemplo del autor y analicen un poco y apliquen su propio criterio ante cualquier idea. Porque las ideas se cultivan, no vienen de la noche a la mañana, de manera que no vale la pena influenciarse con nada. Unos se influencian con la religión y se vuelven cucufatos, otros evangelistas; entonces, busquen influencias.
El hombre para buscando un refugio a través de su mente, a veces busca en la religión, a veces en el amor, a veces en la meditación, hasta en el deporte. Hay que dejar un poco de lado eso y dedicarse a la cultura.
Muchísimas gracias por su tiempo, señor Jóspani.
Muchas gracias a usted por la visita, señorita.
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