Columnista: Katherin Mamani
No se puede sostener un sistema democrático y menos una lucha que busca el cambio, cuando la mitad de los que participan está oprimida. La apuesta por la igualdad de género ha sido adoptada por el Estado (a través de las políticas de igualdad de género, aún insuficientes), instituciones privadas y la sociedad civil. La lucha contra los feminicidios, discriminación, acoso, violación, etc.; todo aquel mal que limita el progreso de la mujer en una sociedad de corte aún colonialista, ha sido conducido a la esfera pública mediante protestas, siendo aplaudidas y reconocidas. Es un avance significativo para el proceso de lucha de igualdad de género.
Las otras luchas no son visualizadas. ¿En qué consisten las otras luchas? Formas de gestión de la vida cotidiana, desde el contexto propio y también con tinta de mujer, que no abandera el término empoderamiento, porque el interés se centra en la horizontalidad. Sus aspiraciones a veces no inciden en alcanzar el poder o distraerse con tomar el Estado y no necesariamente se encauzan a favor del aborto.
Las otras luchas se expresan en la gestión del quehacer cotidiano, involucrando a más hombres y mujeres en la gesta del cuidado de la vida. Las configuraciones sociales nos muestran formas por la lucha de la igualdad de género; por ejemplo, la niña que despierta temprano por cumplir los deberes escolares, que no culminó el día anterior; las mujeres jóvenes que gestionan sus días entre las labores de la casa, las obligaciones de la universidad y a veces el rol de madre; todo eso están alzando su lucha. La mujer que a diario vela por su hogar en acciones de cuidado de los hijos y el esposo, está haciendo lucha y sumado a ello hace de sus hijos buenos estudiantes y mejores personas, trasmite su lucha. En las sociedades andinas, las mujeres sostienen los sistemas de organización de la vida íntima y colectiva, sus estrategias de lucha aflora más aún cuando se trata del cuidado de los bienes comunales en contextos extractivos, un caso emblemático el de Máxima Acuña. Desde sus tramas comunitarias expresan lucha.
La otra lucha por la igualdad de género, emerge en el contexto de cada mujer y en la gestión de la vida cotidiana; siendo desde el hogar, la academia, el centro de trabajo, etc., con acciones emancipadoras y no precisamente canalizadas para alcanzar el Estado o distraerse con el poder. Es una lucha dirigida para contribuir al cuidado y reproducción de la vida.
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