Néstor Pilco Contreras
El territorio uro durante el siglo XVI, siguiendo a Wachtel (2001), comprendía un espacio excepcionalmente amplio a lo largo del eje acuático que atraviesa el altiplano (río Azángaro, lago Titicaca, lago Poopó, río Lacajahuira y lago Coipasa) que constituían la cuarta parte de la población indígena. Este espacio, según la Visita Toledana (1573 – 1575), se extendía mucho más al norte hasta llegar al Nudo de Vilcanota y, según otros autores, inclusive, los uros se expandieron hasta la árida costa del Pacífico (desde la altura de Arica hasta Cobija). Pero el área nuclear de los uros –con la imposición de nuevas circunscripciones territoriales coloniales– comprendía los ocho corregimientos del altiplano: Azángaro, Lampa (Cavana), Paucarcolla, Chucuito, Omasuyo, Pacajes, Carangas y Paria.
Por la información que nos proporciona la visita toledana, en los ocho corregimientos contamos con 69 664 tributarios, siendo 52 623 aymaras y 16 950 uros. La población uro representaba en promedio el 24.3% de la población indígena. Para el caso de la zona norte de Puno, por ejemplo, la población uro representaba: 100% en Coata, 57% en Samán, 14% en Ayaviri y 8.6% en Orurillo. En tanto, en la provincia de Chucuito, antiguo señorío de los Lupacas, según la visita de 1574, la población tributaria uro fue de 22.8%. de un total de 17 779 tributarios.
Según la cronística de la época colonial, los Uros fueron descritos como indios bárbaros e inferiores por naturaleza, teniendo como actividad económica principal la pesca, caza y recolección. El estereotipo del Uro salvaje e inferior se repite por siglos, en el primer Diccionario de Lengua Aymara, publicado en 1612, Ludovico Bertonio consideraba a los “uros” como una “nación de indios despreciados entre todos, que de ordinario son pescadores y de menos entendimiento”. Sobre este estereotipo Cerrón (2016), señala: “… han sido los pueblos conquistadores quienes desplegaron los atributos más degradantes sobre los sometidos, con el fin implícito o expreso de justificar y ejercer sobre ellos su dominio y explotación”
Sin embargo, la autodenominación de los Uros del Titicaca no es sino kot´suns, es decir “hombres del lago”, del mismo modo los Chipayas se consideran “jas-shoni”, “hombres del agua”. Pero ¿los uros constituían un grupo (“nación”) cultural y lingüísticamente homogéneo? Durante el siglo XVI en la provincia de Chucuito, se conoce que los uros fueron clasificados y jerarquizados en tres categorías desiguales: en el nivel intermedio se encontraban la mayoría que pagaba una contribución inferior en 50% a la que pagaban los aymaras; pero a ambos lados destacan dos minorías: en el nivel superior, la élite de los 579 uros casi confundidos con la población aymara (y sometidos al mismo tributo), y en el inferior los 91 ochosumas o uruquillas de ochosumas casi exentos de tributos considerados como “uros muy pobres”.
El área de Zepita y Yunguyo fue uno de los centros de mayor presencia y “privilegio” uro al sur del Lago, aun en la colonia y los primeros años de la república. Justamente es en este espacio donde se registró los “uros ricos”, quienes se ofrecían pagar igual o más tributos que los propios aymaras. Según la descripción del visitador Pedro Gutiérrez Flores, los uros “paguen ygualmente como los aymaras por ser muy semejantes a ellos y en parte de más yntelligencia para poder ganar y adquirir de comer y su tassa, por tener ganados y abundancia chácarras y el aprovechamiento de la laguna con que se sustentan y ganan de comer en los años estériles”
Como señalamos, la mayoría de la literatura les atribuye aptitudes negativas a los uros. Sin embargo, el testimonio del comerciante español Melchor de Alarcón en la visita de 1567, señala “… los uros son gente no de menos entendimiento y capacidad que los aymaras […] los ha visto ponerse muy bien al trabajo y que ningunas sementeras se hacen en la provincia que no sean los primeros a trabajar”. El famoso cronista Polo de Ondegardo, agrega que los uros “fabrican tejidos y objetos de mimbre”. De tal manera, se puede concluir que no todos los uros son únicamente hombres lacustres, también se dedican a la agricultura.
También, en los censos coloniales encontrados en el Archivo Regional de Puno (ARP), nos permite conocer que los uros tenían sus propios ayllus dentro de la nación Lupaca, y eran los encargados del mantenimiento y control de los puentes de Ilave y Desaguadero. Además, uno de los grupos uros de Zepita, hasta el momento nunca mencionado fueron los Onocoras, que junto a los Uru-ito, ochozumas, chipayas, chimú, murato y otros formaban la gran nación Uro.
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