Por Yamel Romero Peralta*
A raíz de mi triunfo electoral a la alcaldía de Arequipa y el inicio de mi gestión el año 2003, tuve una relación con el expresidente Alan García bastante fluida, aunque no exenta de confrontación.
Primero porque cuando tenía que proponerse al representante de los alcaldes provinciales ante el Consejo Nacional de Descentralización (CND), me postergó y prefirió apoyar al alcalde de Huancayo, siendo Arequipa mucho más representativa y significativa para el partido aprista. Pese a que mi candidatura fue presentada por el propio alcalde de Trujillo, cuna del aprismo.
Lo invité a la inauguración de dos importantes obras. La inauguración del proyecto Agua Potable para el Cono Norte en el reservorio N 26, y luego el Viaducto e Interconexión Vial Juan de la Torre.
Estas dos obras tuvieron asistencia de miles de pobladores, lo cual le sorprendió, y de allí en adelante me puso el apelativo del “alcalde del Pueblo”, con el que se dirigió a mí hasta la última vez que nos saludamos con un fuerte abrazo, en la cafetería Tiendecita Blanca en Miraflores el año 2016.
Pero esta popularidad que logramos en mi gestión municipal, al parecer le incomodó a él o a sus allegados, quienes al contrario de lo que cualquier analista político hubiera aconsejado, de respaldar liderazgos nuevos y en plazas difíciles tradicionalmente para el partido aprista, comenzó un arrinconamiento contra mi persona y mi entorno en forma absurda e incompresible.
Ordenó que la mayoría aprista en el congreso me recortara el presupuesto por concepto de canon minero, lo que nos obligó hacer marchas de protesta en Lima de miles de personas, abogados apristas bloqueaban nuestras obras con “leguleyadas”, como con el Puente Quiñones.
Sacaron la ley para que autoridades no pudiéramos liderar marchas de protesta en defensa de los intereses de nuestros pueblos, como la que realizamos contra Cerro Verde, etc.
Mi reacción fue pedir públicamente que Alan García diera un paso al costado y permitiera una renovación real y auténtica en el Apra, el año 2006.
La respuesta fue impedir que mi hermana Sitza, que había ganado las elecciones internas, fuera candidata al Congreso de la República. No me permitieron ser candidato a la reelección a la alcaldía de Arequipa, pese que todas las encuestas me ponían favorito. Me sacaron del partido y bloquearon mi participación política en forma independiente, permanentemente.
Finalmente lograron mi alejamiento del partido de Haya de la Torre, al que pertenecí desde los trece años.
Pero su muerte este 17 de abril, será el “día del perdón” para mí y así lo hice público en mis redes sociales:
“Presidente Alan García Pérez, hoy Viernes Santo, recién tomo real dimensión de lo acontecido con tu muerte, yo que te admiré, apoyé, critiqué, enfrenté, ahora nuevamente vuelvo a admirarte, no por la decisión desafortunada que tomaste, sino por el resultado político del mismo, hoy perdoné todo y olvidaré todo lo que me afectó de tu accionar político, me queda sólo tu recuerdo más valioso de liderazgo y compromiso con la historia del Perú”.
*Exalcalde de Arequipa
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