La semana estuvo llena de ‘Arimborgos’ y evidentemente los comentarios y memes nos causaron tanto risa como frustración.
Sin embargo, más allá de la camiseta política y lo evidente que es lo mal que andamos en esa área, hay un tema importante que analizar aquí: la sexualidad femenina.
Está de más decir que respecto a ese tema estamos aún peor. Si las mujeres podemos decir que no se nos comprende en líneas generales, y los varones se quejan por lo mismo, lo sexual resulta todavía más intrincado y confuso.
Estamos atrapadas en arquetipos en los cuales se nos encasilla, sin entender realmente lo soberbia que puede resultar la sexualidad femenina, cuando cuenta con la libertad de ser ella en todo su esplendor.
Para usar un modelo, Cien años de soledad representa a las mujeres desde la perspectiva sexual, separándolas en modelos que bien encajan con nuestra realidad.
Visto así, una mujer libre y decidida a vivir su sexualidad sin tabúes, tomando para sí todo el placer del que puede disfrutar, será la Pilar Ternera de nuestros tiempos y su fin, ha de ser la soledad y el estigma.
Porque mujer que juega al sexo, tal cual un hombre lo hace, termina siendo una cualquiera. Y la sociedad aún condena esta conducta y la considera amoral y atípica.
Del otro lado quedarán siempre las Fernandas Del Carpio, criadas para hacer el amor a través de un ojal en el camisón; temerosas de su sexo y que terminan siendo restringidas por la crianza a ser las ‘Arimborgos’ de cada día; esas que piensan que sólo sirven para parir y que el placer les está vetado.
En estos tiempos las mujeres deberíamos ya haber aprendido varias cosas.
Primero, a diferencia del pene, nuestro clítoris cumple una sola y exclusiva función: proporcionarnos placer. Úsalo para obtenerlo.
Segundo, el ejercicio de la libre sexualidad, sin la irresponsabilidad del embarazo no deseado y con la protección necesaria, es un derecho como cualquier otro. Nadie debería entonces creer que nos está prohibido.
Tercero, el sexo no implica cosificación por ninguna de las dos partes, puedes seguir siendo respetada, a pesar de elegir una pareja ocasional y en ella, el hombre no es tu enemigo.
Descubre el mapa de tu propio cuerpo, conoce tus zonas erógenas (puedes tener muchas), no te restrinjas a la hora de disfrutar creyendo que hay cosas que son exclusividad de las prostitutas o las actrices porno.
Puedes ser lo que quieras sin ser producto de catálogo sexual. Exige que tu pareja te conozca y te brinde el placer que mereces, deja de fingir orgasmos para hacerlo feliz o no mellar su hombría.
El sexo, más aún si se convierte en intimidad, exige aprendizaje, conocimiento, dedicación.
Tu habitación es el teatro donde el arte se hace realidad, pero para ello cuentan dos. Y cada uno debe ser el protagónico de la mejor de tus historias.
*Coach empresarial y de vida
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