Por Sergio E. Mostajo C.
El éxodo de venezolanos al Perú y otros países es interminable, se calcula que en nuestro país hay casi un millón de inmigrantes que huyeron del régimen de Maduro en busca de un futuro mejor.
Hace un tiempo escribí que la presencia de ellos podría ser un poderoso agente de cambio, los recién llegados tienen una profesión, otros, estudios universitarios o técnicos, y muchos vienen muy jóvenes con ganas de aprender.
Tienen a su favor que la mayoría, no todos, son amables, educados, y por qué no decirlo, los varones son simpáticos y las damas, bellas.
Sugerí que el gobierno debería levantar un censo minucioso, con información probada y a la luz del mismo, plantear un proyecto de inserción en nuestra población económicamente activa (PEA), de acuerdo a sus capacidades y habilidades.
El censo permitiría saber quién es quién, su preparación académica, profesional o técnica y lo más importante saber sus antecedentes. Qué tienen previsto hacer en el Perú y dónde vivirán.
Previa capacitación y después de un riguroso programa de inducción, podrían ir a regiones alejadas y olvidadas, a trabajar en gobiernos regionales y municipales, hospitales, postas, colegios, programas sociales, carreteras, transporte.
Seguro estoy que aceptarían gustosos.
Advertía entonces que esta era una tarea imperiosa, urgente y forzosa, antes de que se acomoden como puedan y donde puedan.
Pero no se hizo. Se dejó que sea la necesidad y la inercia quienes los pongan, a cada quien, en algún lugar.
Hoy los vemos mendigando en calles y avenidas, vendiendo caramelos en los vehículos de transporte público, otros son ambulantes, hay quienes se han visto forzados a ingresar al mundo del proxenetismo y la prostitución, casi todos sobreviven a duras penas y aun así logran enviar algo de dinero a sus familias en Venezuela.
Lo grave del fenómeno migratorio es que han llegado delincuentes ‘rankeados’ que se están injertando con sus homólogos peruanos y están cometiendo crímenes.
En los últimos días hemos sabido que nuestra policía ha logrado capturar a cabecillas del tristemente célebre ‘Tren de Aragua’ y de otro tren, más a secuestradores, extorsionadores y otros ‘angelitos’.
No siempre será así, aprenderán a evadir la acción policial y serán huesos duros de roer.
Estamos a tiempo de enmendar y revertir el problema, si no lo hace el gobierno central, debería hacerlo el regional en coordinación con los gobiernos locales.
Arequipa podría dar el ejemplo.
*Periodista
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