Por Carol Briones Martínez*
Hoy, una de mis personas favoritas posteó una imagen de Michelle Pfeiffer vestida de Gatúbela y decía que como ella no había otra.
Comprendí de inmediato a qué se refería, así que decidí que esta columna hablaría sobre la sensualidad y la belleza.
La competencia entre las mujeres es muy dura, todas pelean por llamar la atención primero de otras mujeres, y luego de los varones que las rodean. Ahora en tiempos de redes y fotos, la competencia es por los likes.
Así que la tendencia inicia por el excesivo cuidado y atención del aspecto físico; el gimnasio, el tatuaje de las cejas, las pestañas postizas, el maquillaje, los tratamientos para eliminar los molestos rollitos que no desaparecen con el ejercicio y ya, estamos listas.
Claro; viene el filtro. Infaltable.
De esta manera vamos construyendo una imagen para nuestras redes y obtendremos todos los likes que buscamos.
Además, mostrar nuestra autoestima con un “Soy una reina, el resto háganse a un lado”. O “no siempre es el oro, a veces quien brilla soy yo”. O “las reinas hemos nacido en mayo y similares”.
Una buena pose, de preferencia la que mejor muestre mi cuidada figura y mi bonito rostro. De esta manera el proceso de crear una mujer atractiva y sensual pareciera estar completo.
Y mis publicaciones deberían completar la imagen: mujer, sexy, atractiva e inteligente.
Sin embargo, este dedicado trabajo tiene sus bemoles. Comenzando por lo más sencillo; cuando te encuentras con alguien en la calle, salta a la vista que el excesivo filtro le quitó a tu piel su maravilloso color canela y tus ojos tampoco son tan claros (lo cual es lógico, considerando las características de nuestra raza).
Después está el problema de la dependencia al maquillaje y las pestañas postizas, sin ellas, te sentirás insignificante al cabo de un tiempo de usarlas; luego el cuerpo, un metabolismo cambiante te obligará a hacer cada vez más dietas, ejercicio o a acudir mayor número de veces al cirujano.
Luego, una breve charla dejará al descubierto que tus lindas frases son cuidadosamente ‘googleadas’, y que no te has preocupado por cultivarte de manera real y oportuna.+
Pero, ¿tan malo es querer ser una mujer sexy y atractiva en tiempos de feminismo, en tiempos en que la mujer busca dejar de ser objeto?
No es mala la intención, es inadecuada la forma.
Puedes querer trabajar tu imagen, pero necesitas ordenar tus prioridades y aquello en lo cual se sustentará tu atractivo y sensualidad.
Porque los modelos de la TV no deberían contaminar la forma como te percibes a ti misma.
Así que empieza por reconocerte con lo bueno y lo malo. Después trabaja en la calidad de tu comunicación y en la forma como usas las palabras; el lenguaje positivo siempre será bienvenido.
Acepta que tu cuerpo puede ser bello, porque la belleza es subjetiva y es probable que tu actitud pueda opacar tus pequeños defectos.
Hablando de ello; genera una ACTITUD, esa que hará que todos vuelvan la mirada hacia ti. Y eso proviene de una misteriosa luz que sale desde tu interior y se proyecta hacia los demás.
Esa luz proviene de tu amor propio. Sé generosa con otras mujeres, se lo merecen. Cuando hayas logrado un interior poderoso, súmale tu arreglo personal, el que creas necesario. Nunca al revés.
Porque para barbies de cachina, basta con las de los realities.
*Coach empresarial y de vida
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