Por Bladimiro Begazo Begazo
El gran Ricardo Palma dijo en su momento que los peruanos “tenemos de inga y de mandinga”, porque desde que llegaron los conquistadores españoles hubo un entrecruzamiento de razas.
Y más aún cuando trajeron desde el África a los negros en su condición de esclavos, y posteriormente cuando los oligarcas importaron a los chinos para que fueran sus sirvientes.
Claro que también llegaron por estos lares los gringuitos de Inglaterra y EE.UU, países que luego de la independencia del Perú nos convirtieron en su colonia, a raíz de la llegada de sus capitales para la explotación de guano y el salitre y de las minas de Cerro de Pasco, el saqueo de caucho en la selva, el ingreso del sistema bancario, sus inversiones en las grandes haciendas cañeras del norte y la explotación de la lana de alpaca o de vicuña en la sierra del sur y suroriente, y que también se cruzaron con los peruanos de todas las razas.
Entonces, hacer gala de la raza blanca para menospreciar a la mayoría absoluta de los peruanos resulta una afrenta, un insulto que no podemos tolerar ni permitir en pleno Siglo XXI, menos cuando proviene de un padrastro de la patria, como lo es Bruce con respecto al presidente de la República.
Y para nada asumo la defensa del presidente Vizcarra, que tiene quien lo defienda; sino que asumo la posición de mi clase social, y por eso desprecio la utilización oportunista del provinciano y del color de la piel, para los propósitos corruptos e inmorales de una clase y derecha bruta y achorada representada por PPK, Bruce y todos sus congéneres.
Es cierto, que existe en el sustrato de la sociedad peruana un racismo estúpido e hipócrita y se nota en todos los quehaceres de la sociedad, en los campos deportivos, en las escuelas, universidades, peor si son privadas y exclusivas.
En las discotecas, en los centros de trabajo y algunas gentes que todavía sienten elevarse de categoría social si tienen amigos o se acuestan con blanquiñosos o rubiecitas, lo que refleja una conducta de acomplejados y de sumisos.
Peor todavía cuando entre cholos nos choleamos, o cuando los limeños de rancio abolengo nos califican de indios o serranos a todos los provincianos.
Como colofón afirmaré que Felipe Pinglo tenía mucha razón cuando compuso El Plebeyo, y que en la zona aymara de Puno, en el “Aymarazo”, castigaban a toda persona de color blanco que se les cruzaba en el camino, o que haya personas que todavía crean que son de sangre azul. Guerra a muerte al racismo en el Perú.
*Exdiputado por Arequipa
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