Roger Tahua Delgado
rogertahua@hotmail.com
A los amantes del pragmatismo utilitarista, de aquellos que solo buscan beneficios monetarios, solo les interesa, una vez más, llevarse las riquezas de nuestro suelo y obtener pingües ganancias. No les interesan las razones o los porqués.
Quieren que el proyecto Tía María vaya sí o sí. Piden diálogo, pero con el único objetivo de querer convencer a la población de que el proyecto debe ir.
No quieren dialogar para escuchar y entender las razones del otro. Es solo un ritual para imponer su posición.
“Hay que felicitar al gobierno. Este es un proyecto sin impactos negativos que beneficiará a la región y al país, y atraerá más inversión. Se oponen los retrógrados que no quieren el desarrollo del Perú”, manifiesta Jaime De Althaus, conspicuo representante y defensor de la economía neoliberal que se ha implantado en nuestro país hace casi treinta años.
Parece no entender que sus rancios argumentos ya no convencen a nadie: “Este es un proyecto sin impactos negativos”.
Ya sabemos hoy, por experiencias en Cerro de Pasco, Conga, Las Bambas, etc., cómo acaban las zonas en donde la minería se posiciona: Sin agua, sin cultivos, sin ganado. Contaminación, enfermedades, atraso.
“Atraerá más inversión”. Eso, pudiendo ser discutible, en todos estos años en nada benefició el bolsillo del ciudadano común y corriente.
Los índices de pobreza y desempleo, primero en las zonas afectadas y luego en todo el país, se han incrementado en estos años.
Este tipo de inversión solo ha servido para que un grupo de empresarios (peruanos y extranjeros) se aprovechen y que se haya obtenido ingresos para la corrupción.
“Se oponen los retrógrados”. Si de eso se trata, el retroceder es una cualidad propia de aquellos que defienden en estos tiempos lo privado a ultranza.
Países que logran un despegue económico hace rato no solo lo hacen con empresas privadas como inversionistas.
Los chilenos hace muchos años tienen su empresa, una de las más grandes, de cobre, de carácter estatal, no privada.
Bolivia, que es reconocida hoy por tirios y troyanos como la de mayor crecimiento en Latinoamérica, lo ha hecho en base a saber conjugar inversión pública y privada.
Y ni qué hablar del gigante asiático: nada pasa por lo privado exclusivamente.
Así que, sostener que el inversionista privado es el único que puede hacer negocios, eso sí es retrógrado.
Si Tía María va o no va, depende de quienes son los primeros afectados o beneficiados con su puesta en funcionamiento.
El que cultiva la tierra no tiene por qué dejar de hacerlo para que otro se enriquezca a costa de cambiar su modo de vida.
Si se cree en el diálogo, se debe estar dispuesto a que el otro tenga un punto de vista no solo diferente, sino opuesto al suyo y, como es su casa, ni modo.
*Catedrático universitario
Comentario sobre post