A propósito de los 100 años de nacimiento de Carlos Renato Cornejo-Roselló Vizcardo, médico de profesión pionero de la Salud Pública, luchó contra la exclusión de las poblaciones, pues para ello integró los sectores de Educación y Agricultura (CISEA), y su compromiso social, político y cultural con el ideal de puneñismo hizo de él un personaje ilustre, tal como registra la denominación del Hospital de Azángaro.
Jaime Hernán Cornejo-Roselló Dianderas
Objetividad, ante todo
Cuando una persona escribe sobre la vida de un ser querido es obligatorio y ético que transmita información objetiva y veraz, en aras de respetar el conocimiento real sobre los hechos narrados para favorecer el surgimiento de sentimientos de adhesión respecto del personaje historiado y conseguir que los lectores y lectoras, que circunstancialmente se interesan por la obra de un personaje que dejó huella social y cultural en su trayectoria humana, no lean alteraciones emocionales o distorsiones familiares, como sucede con frecuencia en Puno. No olvidemos que casi sin excepción la mayoría de nuestros historiadores locales, cuando abordan temas que, por ejemplo, incluyen a sus familiares en hechos especiales como los eventos sucedidos el siglo pasado, en revueltas convulsas que levantaron la indignación de los indígenas expoliados y maltratados por allegados de los historiadores de circunstancias, limpian la nefasta trayectoria de los allegados haciéndolos pasar como héroes o civilizados defensores de las causas indígenas. Solo hay que leer varias revueltas campesinas. Además, muchas biografías de ese corte se convierten en panegíricos y el personaje simple se vuelve Superman. El reto, por tanto, es enorme e impone despojarse de particularismo encomiásticos para que la historia calce con la realidad y se refuerce por la ecuanimidad en lo relatado, a efectos de que los hechos sobre quien se escribe, formen parte imparcial del cuadro de construcción de realidades educativas y motivadoras que instruyan y motiven a la población.
Sí hubo personajes de fasto
Para el caso de Puno, que vive una larga temporada de alejamiento y distanciamiento respecto de vidas que fueron ejemplares y que nos amenguan el descreimiento actual que no admite que hayan existido personajes que desde la gestión pública actuaron con honestidad y con auténtico desprendimiento y real voluntad de trabajar para servir y para obtener resultados mediante la entrega y el esfuerzo personal y colectivo, es necesario saber que sí hubo personajes dignos que enaltecieron su existencia y dieron fasto y esplendor al tiempo que vivieron.
Carlos Renato y su puneñismo
Entonces, ahora haré un dibujo breve y sucinto o simplemente bocetando pinceladas, mediante algunos trazos relámpagos sobre la vida y obra de Carlos Renato Cornejo-Roselló Vizcardo, mi señor padre, médico de profesión que descolló en el campo de la Salud Pública y actuó de manera promocional en la lucha contra la exclusión de grandes segmentos poblaciones en Puno en las décadas de los años 50 hasta casi los años 80 del siglo XX. Escribir demanda esfuerzo de distanciamiento y de abstracción y, cuando se trata de un padre querido, respetado e inolvidable, solo diré que su obra fue pionera en la potenciación del sector Salud con enfoques de Atención Primaria de la Salud no como “atención elemental” que hoy así se concibe, sino como propuesta orgánica e insistente para que el desarrollo social de la población sea efectivo en aras de alcanzar Salud plena. Para ello acometió la integralidad con los sectores de Educación y Agricultura creando junto a funcionarios motivados el, CISEA, “Centro Integrado de Salud, Educación y Agricultura”, que luego dio germen a los Wawa Utas y Wawa Wasis, bajo la idea central e innovadora de que quienes no están adecuadamente nutridos ni educados con visión de vida y proyectos de existencia, no pueden gozar de plena salud. Esa propuesta materializada en medio de una realidad de desprecio por los indígenas, donde el profundo racismo imperante debilitaba intervenciones públicas y donde la manifiesta dependencia centralista de Lima y de explotación latifundista de hacendados arequipeños que usufructuaron haciendas para hacer de Puno su fundo y su despensa, agredía la innovación, a lo que se sumaba la incipiente y casi nula importancia de la acción y visión sectorial donde muchos de los sectores públicos de hoy, no existían como tales y otros eran pequeñas oficinas y la mayoría de funcionarios titulares descreía de la necesidad de fomentar la vida del campesino y darles dignidad y calidad. El sector Salud creció bajo el comando de Carlos Renato Cornejo-Roselló Vizcardo, que nació en Azángaro el domingo 27 de julio de 1919 y falleció en Lima el sábado 12 de agosto de 1979. Él comandó de manera ininterrumpida desde 1969 hasta mayo de 1978 la gestión de Salud y por su carácter fuerte y su vehemencia para obtener resultados promovió la calidad de vida del campesinado, ya que siendo de clase acomodada y hacendado, se enfrentó a sus pares al materializar en el campo de la Salud Pública muchas propuestas que hoy casi medio siglo después son admitidas como valederas, aunque muchas de ellas mediatizadas hoy en día por el perverso resurgimiento del centralismo en el país.
Pueblo como causa y origen de identidad
Y el arte Popular a través de la danza rural y bucólica con su vestimenta auténtica y su coreografía reconstruida y repensada talentosamente fue rescatado para que actuara como eje nuclear de la afirmación cultural de los pueblos y de las familias, dado que era imprescindible enfrentar los estereotipos extranjerizantes que predominaban en Puno de los años 60 que deploraba lo popular y creía que el mundo indígena era incapaz de alcanzar estética y vivir con sentimientos puros y que la alegría estaba vedada para ellos y que inclusive su comida era residuo desdeñable. La moda era lo snob y el buen estilo era sentirse superior y desdeñoso de lo propio. Y él tuvo que bailar y representar a través de su capacidad de síntesis los valores intrínsecos y ocultos de las danzas puneñas, al extremo que mucha gente descreída decía: “esas danzas salieron de la cabeza del Ccoro Cornejo”, como le llamaban cariñosamente desde su época de colegial carolino. En ese tiempo del desprecio hacia lo popular era inmenso el desconocimiento que se tenía sobre el Puno andino y rural. Y frente a esa realidad la danza y el mundo indígena revolucionariamente ingresaron a los teatros del Perú, y el Perú se transformó a través de APAFIT en un crisol de pueblos que buscaron mediante sus danzas identidad y que como en el caso de Arequipa inventaron danzas para ser integrales. Y, bueno…hasta aquí nomás. Luego seguiré con mayor ampliación orgánica por otros medios.
Un adiós con esperanza
Admitamos que la realidad de una sociedad regional como la nuestra descree, en esta época aciaga, que algo bueno surja y crezca desde la perspectiva de la acción y gestión pública y que ella alguna vez haya sido de calidad y entrega con resultados y efectiva generación de bienestar para la población. Ese es un deplorable deterioro que linda con una temible y corrosiva indiferencia, que nos hace daño, porque ahora solo analizamos y percibimos la acción de la casi mayoría de autoridades regionales y sectoriales que gobiernan (¿?) Puno desde hace décadas y lo que hacen es destruir el presente y el futuro. Empecemos a ser protagonistas de nuestra historia y no solo seamos ácidos críticos de lo que otros hacen y nosotros consentimos.
Aceptemos que la obra emprendida por Carlos Renato Cornejo-Roselló Vizcardo deberá continuar y si así es, con sus seguidores y puneños motivados tendremos no solo “100 años en la vida y la memoria” de un personaje ilustre muchos más años, porque nos habremos convertido en puneños y puneñistas con hidalguía y gran capacidad de desprendimiento y creatividad.
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