Columnista: César Machaca Escobar
La igualdad de género en las mujeres originarias en nuestro país, es una reivindicación de las madres dedicadas a la agricultura y la ganadería, que a diario se esfuerzan por contribuir al desarrollo. A propósito, Perú es el tercer país con mujeres de la población originaria, según la CEPAL el veinticuatro por ciento. Mientras, que el INEI, asume que la cantidad de presidentes varones de las comunidades son el 97%; ahora bien, la equidad de género fue impulsada por los distintos colectivos que exigieron en nombre de las mujeres del ámbito rural, mas por este último, frente a tanta discriminación y menosprecio que marcan tendenciosamente el prejuicio sobre el rostro de la mujer rural. Hasta el extremo de limitar sus derechos en gran parte de las comunidades donde las familias y autoridades coaccionan con multas y decisiones autoritarias que solo buscan imponer, al avalar a los varones como capaces y así estos cumplan con la obligación de asumir los cargos en la comunidad para administrar en las labores comunales, faenas y ayuda mutua, pero olvidando el rol esencial de los saberes que es parte de las mujeres, además, por su afinidad a la tierra, el agua, la vida, etc.
De hecho, negar un aspecto cultural que tiene un origen en la familia es caer en un dogma y contradecir la administración de la vida de forma complementaria donde cada miembro de la familia aporta con su esfuerzo en la prosperidad de la vida material y espiritual. A caso, no cabe la posibilidad de replicar esas responsabilidades familiares en los cargos de directa comunal, y que esta fue desconocida al ser sugestionada por los medios de comunicación y sectores extremistas con intereses de poder que desplazaron y las hicieron consentir por medio de las subestimaciones. Sin embargo, la modificación de la ley de las comunidades campesinas busca la alternancia, reconocimiento y el liderazgo, dando la posibilidad de incluir en la directiva a las mujeres el treinta por ciento que otorga el derecho de asumir cargos comunales, sin discriminación por sexo, ya que es un derecho constitucional y un derecho humano que faculta la libertad, la igualdad, etc.
Querer desconocer esta bondad de las familias es una postura extrema de quienes creen que la mujer es dependiente e incapaz, es subjetivo. Lo único que causó es daño psicológico y moral en la población femenina rural, el cambio de actitud y amparo legal les otorga la facultad de ejercer dichos cargos directivos que tiene una raíz cultural en la complementariedad, negados por algunas familias y comunidades de facto que abusan del derecho. En resumen, la equidad de género es una respuesta a quienes actuaron caprichosamente de manera ofuscada inferiorizando y mellando la dignidad de la mujer rural.
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