César Machaca Escobar
Tras las movilizaciones de los ciudadanos de Bolivia, después de un mes, este país vuelve a la calma, luego del rechazo a los posibles fraudes y el descontento a la presidenta de facto, Jeanine Añez, lo cual trajo como consecuencia detenidos, heridos, desaparecidos y hasta pérdida de vidas, tanto por parte de la policía como del ejército.
Fue muy hostigada la población de El Alto, con sobrevuelo de helicópteros, exacerbando a la población. Estas informaciones se conocieron por difusión de los medios alternativos y las redes sociales. Empero, el Ministerio de Comunicación limitó la labor de la prensa e incluso se presume de la presencia de los agentes infiltrados que evitaron registrar hechos, todo ello para silenciar a quienes pretendían informar y manifestar su parecer.
Además, señalaron la presencia de allegados al MAS en las paralizaciones para sugestionar con un tentativo retorno de Morales. Entonces, la disputa por el poder es forzada por personajes de los grupos de élite, como Añez, Meza, Camacho, Murillo, entre otros; asimismo, valiéndose de la iglesia, es decir, una confrontación directa al exgobierno de Morales, de hecho, promovido por países, organismos y por los propios errores de Evo, que condujeron a la consumación del desgobierno. Esto a tal punto, que el conflicto de intereses prosperó sobre la explotación de los recursos estratégicos, que mayor utilidad y sostenibilidad económica aportan.
La cohesión nacional como país no se logró, porque en todos los extremos rechazaron, sobre todo, la élite; económica y política que instrumentalizó los medios de comunicación y las redes sociales a través de esos espacios se opusieron a las iniciativas o pretensiones, desde la asunción de Morales, más tarde el referéndum del 2016, por la modificación de la Carta Magna para la repostulación. Retrotrayéndonos, contrariaron a la asamblea constituyente (con agresiones a los miembros), las autonomías, posterior a ello, la reclamaron. En este último, conflicto Meza, aceptó la segunda vuelta, luego junto a Camacho presumió fraude desatando el caos. En lo cultural y religioso tanto Camacho y Añez, arremetieron contra los símbolos culturales, sobreponiéndolos con la biblia. Pareciera, el retorno, a la invasión foránea. Mientras, que en términos de resolución de conflictos de nada contribuyó la presidenta interina de lo contrario insinuó a la violencia y racismo. Esperemos que sea firme, asertiva y que no se retracte, después del diálogo y del anuncio a elecciones, en cinco meses que necesita de la renovación de aspirantes a mandatario, que hasta el momento es incierto, sobre todo no se sabe si la población está conforme o solo fue un pacto en medio de la crisis, y no sabemos qué tiempos le tocará afrontar al país altiplánico.
En resumen, la crisis política, económica y cultural, es a consecuencia de las confrontaciones de las élites sedientos de poder y control del Estado, que poco hacen por el bien común en favor de la ciudadanía en general, del cual proceden la población de estudiantes desde el nivel básico hasta la universidad y otros espacios, medios donde se debe decidir y reorientar el futuro de Bolivia, con insumos del contexto, sin olvidar los excesos cometidos por el gobierno interino que vulneró, los derechos humanos y exijan detallar las condiciones de las futuras elecciones.
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