Por: Lola Estela Maldonado Mamani
Al transcurrir el tiempo en este siglo tan acelerado, la cultura se mimetiza entre imposiciones y necesidades subconscientes de adaptación, y a esto la mujer de pollera muestra su destreza y capacidad de encaminarse en nuevas formas de plasmar la cultura viva de su vestimenta, su ser e identidad sin negar el crónico hecho de su historia hasta el presente, y buscando aprovechar los medios de difusión más abiertos.
La realidad de una valiente mujer de pollera tuvo muchas transiciones a lo largo y extenso de la historia, desde el inicio de la colonización en el que se inicia una etapa muy dura ante la opresión de una cultura foránea y envilecida, que no era otro sino el de mancillar a las mujeres y reprimir su voz por completo dejando olvidados los logros de una gran nación y cultura.
Pese a tener sus propias debilidades antes de la presencia de ambiciosos colonizadores, la colonización incrusto aun mayor discordia del que la historia puede contar en sus maquilladas páginas. En otro momento, la mujer de pollera denominada “rabona”, es reivindica y rescata por medio de un diario de la época, el valor sublime que ofrenda la chola rabona, ante circunstancias de guerras y luchas en pos de las armas (“La chola y los mariscales” de José Antonio Gil Quiroga – 1949). Consiguientemente, el choque de negación de los pasados antecedentes acerca de la mujer de pollera, es nublado por esta transición, en el que la chola “decente” se prende de un pasado colonial con falta de identidad y busca consolidar su lugar como clase mestiza en la sociedad (“La Chaskañawi” de Carlos Mecinaceli – 1947). Y ya con el tenor de lucha en la sangre ante una realidad muy dura y desleal, la mujer de pollera logra crear un grupo denominada “Hijas del pueblo”, que se superpone a los sindicatos ácratas de mujeres de pollera que datan de 1927, ya en el presente observamos el latir fuerte de un corazón inmerso en la raíz de su cultura, en colores y matices, en ademanes y lengua, plasmando una y otra vez el inmenso símbolo de esfuerzo, superación, lucha y valor que expone la mujer con pollera.
Hoy, la necesidad básica de consolidar un núcleo familiar pese a las inestabilidades sociales y políticas, no deja de lado la continuidad en la labor abnegada al cuidado de su hogar y su sustento, aun dejando ver en entre tela sus aptitudes y destrezas, poco a poco, lograremos apreciar que la mujer de pollera o chola incursiona en el mundo de la red mundial de comunicación a través de las redes sociales, sin miedos ni prejuicios, ya está marcando antecedentes que animarán a más mujeres a mostrar el rico espectro de su esencia en la historia.
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