Los orígenes de esta conmemoración están lejos de la celebración de hoy
Me he pronunciado antes respecto a los fúnebres orígenes del Día del Amor, y hoy que se celebra o conmemora el Día Internacional de la Mujer, encuentro pertinente hacerle saber que sus orígenes se remontan a un hecho aún peor, cruel y salvaje en su constitución.
El 8 de marzo de 1908, 129 mujeres murieron calcinadas en un incendio al interior de una fábrica de la empresa Cotton en Nueva York.
Habían organizado un plantón, una manifestación exigiendo remuneraciones iguales a las de los varones ya que hacían las mismas actividades, la reducción de su jornada laboral y alertaban las inhumanas condiciones de trabajo rayando en la esclavitud, que ellas padecían.
Entonces en un acto de sadismo feroz y exhibiendo la perversión y envilecimiento de su condición humana, el dueño de la fábrica lejos de escucharlas, las encerró en el edificio para que desistan de su lucha.
Sin embargo, pasó lo peor, se produjo un incendio y más de 100 mujeres murieron quemadas y asfixiadas ese día.
De manera que, este terrible acontecimiento marcó las bases para una mejor condición laboral de la clase obrera, porque desde ese día las leyes americanas relativas a la seguridad laboral se empezaron a discutir y a validar.
Otra lección que se extrae es que la clase trabajadora es la que históricamente siempre ha impulsado los grandes cambios estructurales no con poca sangre.
Por tanto, lo que hoy se celebra es eso, la lucha por una mejor condición de vida, salarios justos, hoy se aplaude la revuelta por una jornada laboral ecuánime, derechos íntegros. Eso debiera ser y es.
En los últimos años hemos visto cómo en otros países de la región se movilizan legiones de mujeres, en Europa también hay marchas multitudinarias de féminas reclamando los derechos incumplidos.
Sin embargo, en nuestra región, las mal llamadas autoridades exhibiendo sin ningún rubor, las veremos regalando ollas, planchas, licuadoras y hasta refrigeradoras, diciéndoles a las mujeres: “sean felices con esto hoy”, “no necesitan más”.
Esos son los tiempos que corren, decenas de mujeres tuvieron que morir para que más de cien años después un alcalde de muy pocas luces rayano en la ignorancia regale ollas y se sienta la octava maravilla.
La falta es doble si es una alcaldesa, a propósito de eso quiero ver con culposa morbosidad qué hace hoy la Municipalidad de Cerro Colorado y Yura. Ver en qué tiempos creen que vivimos aquellas mujeres, es algo que no me perdería.
Las razones de semejante desvarío y despropósito las ignoro por completo. Lo que sí me gustaría poner a la benevolencia del lector es compartir mi admiración por no pocas mujeres cuyo trabajo he seguido y en otras ocasiones tengo un deseo interesante de abordarlo.
Deseo citar hoy a las poetas peruanas Blanca Varela y María Emilia Cornejo. He visto convertida en toda una celebridad también a la joven escritora peruana Claudia Ulloa Donoso cuya última novela “Yo maté a un perro en Rumanía” es lectura obligatoria, según el optimismo de algunos amigos.
La talentosísima ilustradora peruana Issa Watanabe acaba de ganar el premio Bologna Ragazzi 2024 a la “Mejor ficción”, reconocimiento que se entrega en la Feria del Libro de Bolonia en Italia. (esos premios se entienden en el mundo como el Óscar de la literatura infantil y juvenil).
Lo ganó por su libro “Kintsugi”, tomado de la técnica milenaria japonesa que lleva el mismo nombre, la cual consiste en reparar objetos con una mezcla de resina y metales preciosos como oro y plata. En su libro, la autora explora la fragilidad y la fortaleza, estar roto y nuevo a la vez.
Abracemos hoy a nuestras madres, hijas, hermanas, parejas o esposas, que sea un abrazo de aliento, de motivación para exigir derechos y denunciar las faltas, que las marchas que veamos logren sensibilizarnos y que nos despierte la conciencia para revertir la cruda realidad que hoy padecen las mujeres. Que Arequipa deje de ser una región peligrosa para ellas.
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