Por Roger Tahua Delgado
Cada maestro en su quehacer cotidiano va observando algunos hechos de los cuales puede sacar una lección positiva o negativa.
En este caso, me quiero referir a las famosas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que han irrumpido en las aulas y no piensan irse. Siendo el gran problema la dependencia que generan estas en los actores del aprendizaje.
A estas alturas, es impensable para no pocos maestros desarrollar sus clases sin el apoyo de las multimedias (cañón, PC, audio, etc.).
Y no olvidemos que esa idea de que las TIC son señal de una buena educación, es el gran negocio de empresas que venden las computadoras, software, hardware y todos los demás aditamentos habidos y por haber, en los cuales cada colegio (público o privado) invierte una buena cantidad de su presupuesto.
Pero, mejor retorno a lo que quería expresar.
Resulta que muchos de los que enseñan hoy sienten una gran molestia cuando llegan al salón y no hay cañón. ¿Ahora, qué voy a hacer? ¿Cómo voy a desarrollar mi clase? Porque ya la planifiqué y necesito mostrarles a los estudiantes unas diapositivas y un videíto (alguno, que nunca falta, dirá: trabaje pe’ profe).
Y, por el otro lado, está el alumno que en cada ocasión nos muestra algo que se ha hecho nocivo en nuestro proceso de enseñanza-aprendizaje. El alumno cree (y está convencido) de que tomar apuntes en clase significa utilizar su celular para sacar una foto a lo que ha escrito o mostrado el profesor.
Le resulta inimaginable agarrar su lapicero, pensar, discriminar y escribir en su cuaderno las ideas más importantes que está desarrollando su profesor.
Ojo, que esta tendencia o mal crónico está siendo inducido desde el Ministerio de Educación, es decir, desde nuestras autoridades que se supone son las responsables de diseñar las políticas educativas que convienen a nuestro país y/o región.
Habría que recordar que, en alguna ocasión, debido a las notas bajas de los bimestres, se tuvo que recurrir al famoso plagio.
Y manos a la obra, se iba resumiendo en una tirita de papel delgada y larga lo más importante de cada tema. Pero el día del examen no podíamos sacarla, porque uno se moría de miedo o el profesor controlaba muy bien. Pero, oh, sorpresa, comenzamos a recordar y a contestar las preguntas (y no fue gracias a Diosito por si acaso).
Entiendo que se pueden manifestar los trillados argumentos que todo depende de cómo utilicemos las cosas, pero a lo que nos referimos es al balance general, a si ha causado más daño o beneficio.
Un principio natural del ser humano, me decía un amigo biólogo, es que “órgano que no se utiliza, se atrofia”. Y el cerebro es el principal órgano del que estamos provistos las personas.
Tal vez, en esa línea, los franceses han implementado reformas de su sistema educativo que tienen que ver con la lectura en voz alta, los dictados y el cálculo mental, considerados equivocadamente por muchos como anticuados.
Así que, si queremos aprender, hay que utilizar nuestros propios recursos naturales. Las investigaciones demuestran que quien toma apuntes con lápiz y papel aprende mejor.
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