Por Carol Briones Martínez*
Te levantas una mañana de un lunes como tantos, y al mirarte al espejo, lo primero que salta a la vista es tu expresión de cansancio y tus ojeras. Maldito lunes, piensas; mientras intentas lograr que un buen baño te despeje lo suficiente para ir a trabajar, de nuevo.
Una taza de café, el noticiero que solo sirve para deprimirte, la esposa igual de cansada y los hijos que no levantan la cabeza del celular. Sales a la calle y el tráfico suma a tu fastidio; es la aventura del más vivo, el que logra meterse primero, mientras tú peleas con los peatones que cruzan por donde les da la gana.
Llegas al trabajo por fin, y sientes que el trayecto debe ser el infierno que te ganaste por aquella vez que hiciste mal. En la oficina las cosas no mejoran, y claro, cómo iban a mejorar si todos atravesaron el mismo calvario.
Tu jefe llega de peor ánimo que tú, evidente mal humor que paga con el primero en cometer un error, lo único que quieres es no ser tú el pagano esta vez. Y de pronto, entre la marea gris de tus lunes, una voz se levanta, prestas algo más de atención.
¿Acaso está cantando? Ciertamente.
Y a este ¿qué mosquito le picó?
Lo miras con sospecha; no se puede ser tan feliz un lunes. Finalmente te gana la curiosidad y le preguntas de dónde le brota la alegría. La respuesta te sorprende y durante el día le das vuelta a la idea. Quizá pueda intentarlo, piensas.
Otra vez es lunes y tu semana pasó como siempre, tediosa y agotadora; mientras el fin de semana se te fue en un suspiro. Hoy es el día para probar eso que pueda hacer la diferencia. Así que vas a la cocina y le das un beso a tú también agotada esposa y le ayudas con el desayuno y las loncheras.
Esta vez no habrá noticiero, algo de música de tus tiempos y una anécdota para tus hijos: “Cuando yo tenía tu edad…”, (y aquí no eres don perfecto, eres como ellos, un adolescente de hormonas alborotadas).
Te escuchan y todos ríen, ni se acordaron del celular. Tu esposa finalmente sonríe y te da un gran beso de despedida. Ya en el auto, más música y pruebas una canción a coro con tus hijos camino a su colegio; ¡menos atención a los amargados y al llegar a la oficina una sonrisa y un feliz lunes!
Y hoy ciertamente el lunes no fue tan malo.
El cambio que quieres, depende exclusivamente de ti y de la forma como decides vivir cada uno de tus días. No era tan difícil después de todo, ¿verdad?
*Coach empresarial y de vida
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