Columna del Director
Los preocupados litigantes y agitados abogados que transitan de día por la plaza España, son reemplazados en la noche por impasibles bebedores.
Cuando se va la luz del día, dicho espacio público se sume en un caos, con bullicio y desorden, delincuencia y alcoholismo.
No hay policías patrullando dentro de esta plaza oscura por la falta de alumbrado público, y al parecer, olvidada por la autoridad municipal.
Precisamente unos cuadriláteros de concreto edificados para jardines, a un costado del ingreso de la parroquia del lugar, son tomados por ebrios de todas las edades apenas inicia la noche.
Sin temor, brindan, se emborrachan, nadie los interviene. No hay serenazgo.
Hacen lo que les da la gana. Gritan, se pelean, asaltan y acosan a mujeres que transitan cerca.
La plaza España, una de las más antiguas de la ciudad, por la existencia de una Cruz de Indios en el malogrado templo de Santa Marta, es una cantina.
Si de día algunos pocos litigantes y ciertos abogados se refugian en locales de ese entorno, para embriagarse, de noche, jóvenes y adultos lo hacen sin ningún reparo, sentados en la vereda.
Desde las 6 de la tarde, ya se pueden apreciar grupos de bebedores. Algunas veces solo varones, otras con mujeres.
Más allá, casi al frente del ingreso a la primera sede judicial de la región, otros jóvenes, con parlantes portátiles encendidos a alto volumen, bailan danzas altiplánicas.
Esto ocurre todos los días, y conforme avanza la noche, la situación empeora, así como la ausencia policial y de serenazgo provincial.
Debería empezarse con un adecuado alumbrado público y mayores niveles de seguridad ciudadana.
Esta plaza podría ser el espacio perfecto para jóvenes arequipeños que practican diversas danzas, y así, impulsar la cultura desde la misma vía pública.
Incluso, podrían habilitarse tomas de electricidad, y organizar a los grupos culturales para que ocupen el espacio de manera equitativa y por turnos.
Lo mismo ocurre con la peatonalizada calle Mercaderes, que solo por unas noches estuvo libre de ambulantes y fumones, pero nuevamente la invaden.
El abandono e indiferencia de la autoridad municipal es completamente reprochable.
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