POR: LIZACHA
En la selva peruana se le tiene mucho temor al ‘pelacara’, lo que en los Andes se conoce como ‘pishtako’, al final ambos son muy parecidos. Por lo general, son gringos (acá les decimos así a todos los extranjeros de piel blanca sin importar su nacionalidad).
Son altos, y en algunas zonas agregan que tienen barba, la mayoría son varones. Les dicen ‘pelacara’ porque cuentan que te saca toda la piel del rostro para sacarte la grasa, que es enviada al extranjero para hacer cremas de belleza y aceite para naves espaciales o cosas así de alta tecnología que nosotros no entendemos.
En Pucallpa por el año 2008 se escuchó mucho sobre los ‘pelascaras’, en la televisión, en las radios y hasta en los periódicos decían que habían venido a la ciudad y se llevaban a niños y adolescentes para sacarles la grasa y los órganos. Después contaban que solían dejar abandonados los cuerpos con el estómago abierto, sin órganos y con fajos de dólares dentro, y era justamente por esta plata que las familias de las víctimas de los ‘pelacaras’ no los denunciaban a la policía; y si alguien lo hacía los ‘pelacaras’ pagaban a la policía para que no haga caso a la denuncia.
Había mucho temor por esos tiempos, incluso me acuerdo haber leído en el periódico local una noticia relacionada con un hombre que había sido encontrado con un arma, en su defensa dijo que llevaba el arma para defenderse en caso de que apareciera un ‘pelacara’ para atacarlo, suena gracioso pero la gente le tiene miedo a estos personajes.
Un dato más, una tía me dijo que el dueño de ‘La Madera’ (un disco-bar al que asistía de vez en cuando) era un ‘pelacara’ y que en la congeladora de ese local habían encontrado órganos de gente. Además, que al costado donde había un terreno vacío se estacionaba una camioneta con lunas polarizadas, la misma que salía a buscar a sus víctimas y cuyo dueño era el ‘pelacara’. Me quedé pensando, así que estuve preguntando quién era el dueño de ‘La Madera’, y después de unos días de estar averiguando me dijeron que el dueño era un gringo.
¿Cómo se enteró mi tía? Una amiga le contó. ¿Cómo se enteró su amiga? Otra amiga le contó, y así se difunden las historias de los ‘pelacara’. Todos conocen a una amiga de la amiga, que le pasó o se encontró con uno, pero nunca se encuentra a la fuente principal, por eso los antropólogos dicen que esto es un mito.
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