Por: Abel Rodríguez
Entrevista
– ¿Qué lecciones le ha dejado la actividad creativa?
– Hay que observar todo lo que pasa en el entorno. No hay que publicar apenas esté el texto. Mi consigna es revisar, volver a revisar, otra vez revisar. hasta que te deje satisfecho. Antes que el público lector, uno mismo debe estar satisfecho con lo que ha escrito. Hay que vivir hasta puntos muy altos de tensión, leer bastante para que te enteres de otras experiencias, y, sobre todo, para que aprendas a escribir. Así como a caminar se aprende caminando, a escribir se aprende escribiendo. Debes sopesar mucho antes de publicar. La lección más importante que me deja la actividad creativa es que no se puede escribir sin leer. La literatura te desarrolla el pensamiento crítico-reflexivo, la sensibilidad social y te humaniza.
– ¿Cuáles son los objetivos a los que se adhiere su literatura?
– El texto no puede desvincularse del contexto. Toda literatura, en el fondo, lo que desea es mejorar el mundo salvaje que vivimos. Reestructurar la sociedad. Hoy no existe literatura pura, sino aquella que valiente o solapadamente pretende cambiar la podredumbre que hiede en el mundo, por otro más humano, más honesto y más capaz.
– ¿Su literatura es una prolongación de sus circunstancias, actuales y pasadas?
– No es posible imaginar algún monstruo u otra cosa de la nada. Y aunque uno quisiera evitarlo, no es posible impedir que tus experiencias pasadas o presentes se filtren en el texto. Imaginemos un monstruo con cabeza de cocodrilo, cuerpo de toro, cola de serpiente. Añadamos un cacho de hipopótamo construido de acero para hacerlo más feroz. En realidad, todos esos elementos existen. Lo que ha hecho el cerebro es componer, juntarlos.
– ¿Es la literatura el vínculo que más lo aproximó a sí mismo y al otro (sociedad)?
– Claro que sí. Pero antes que la literatura, las ciencias sociales. Un narrador debe tener un campo extenso de conocimientos: Sociología, antropología, lingüística, política, economía, sicología y ciencias afines, aparte de la propia literatura.
– Un autor y un libro, no son forzosamente los felices resultados de un tiempo de calma… ¿Cómo son sus periodos de creación literaria?
– Son extendidos. Un día se anota algún asunto que te ha impactado. Luego, te pones a escribir. Después lo revisas para dejarlo ahí en la computadora durante mucho tiempo para que repose y se vuelva delicioso como un vino añejo. Revisas y comparas tus fichas y lo dejas buen tiempo para que se vuelva exquisito como un café Tunqui de San Gabán.
– Toda literatura bordea lo ideológico, pero al limitarla solo a ello, a lo ideológico-político, ¿se traicionar el proceso de libertad creativa?
– La literatura se escribe para conmover, humanizar, distraer, impactar el espíritu del lector. La cuestión ideo-política puede presentarse de modo escondido; salvo que estuvieras escribiendo un texto breve o largo de carácter histórico. Ahí sí, no se puede evitar que aparezca de modo cuasi directo el aspecto ideo-político.
– La pedagogía supone lealtad, la enseñanza de la literatura requiere cierta complicidad entre maestro y estudiante, ¿qué ha producido en usted los años en la pedagogía?
– Una amistad fraterna y la certeza de que el mundo está dividido en gente que lee y gente que no lee. He tratado siempre que los estudiantes lean literatura de todo el mundo. El que lee literatura nunca será una persona fácil de ser manipulada por el poder.
– La pedagogía induce a cierto grado de apasionamiento por el porvenir, ¿cómo evalúa el presente del “nuevo docente”?
– Están leyendo menos que antes. El Ministerio de Educación ha creado el Plan Lector y no se lee. ¿Con qué moral un profesor que no lee va a decirle a su alumno que lea? Ahí estamos ante un primer obstáculo, sobre todo en Puno, donde los estudiantes proceden de familias campesinas no habituadas a la lectura. Este problema debe llevarnos a plantear un Plan Lector para profesores de Comunicación y, luego, un Plan Lector para estudiantes.
– ¿De dónde proviene ese cariño, sagrado y generoso por Puno?
– Aquí vivo, aquí está mi trabajo, mi hogar, mis hijos y mis amigos escritores y lectores. Una persona no es del lugar donde ha nacido, sino del espacio donde han crecido sus raíces cognitivas. La concepción del mundo, de la vida y de la relación entre personas, y entre personas y la naturaleza, las aprendí aquí. Como dije siempre, Puno es mi Patria, pero Abancay es mi Matria. Soy narrador andino y eso encubre mi lugar de nacimiento.
– ¿Qué perfil cultural y político debe tener Puno en este bicentenario?
– Debemos estar en disposición de celebrar adecuadamente el bicentenario. No podemos celebrar esta republiqueta llena de corrupción y latrocinio que nos ha dejado la “supuesta” independencia del 28 de julio de 1821. Tenemos que reivindicar la obra revolucionaria de Túpac Amaru II y todos nuestros héroes originarios que se levantaron, desde Manco Inca, Sayri Túpac y Tito Cusi Yupanqui.
– ¿Qué condujo su sensibilidad hacia la literatura y la pedagogía?
– Mi sensibilidad social, que apareció en mí desde temprana edad: el observar el mundo circundante y darme cuenta de que había miles de campesinos que estaban fuera del sistema educativo.
– ¿Qué nuevos desafíos se levantan en el horizonte literario y personal para Feliciano Padilla Chalco?
– El tiempo que me queda lo ocupo en leer y escribir. En dos años tendremos otra novela más que estoy trabajando hace cuatro años. El tiempo de la hemodiálisis que me hacen de forma interdiaria y dura desde las once horas hasta las tres de la tarde lo ocupo escuchando libros leídos o música. Me estoy acostumbrando a esta vida. Seguiré escribiendo lo que me permita la vida.
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