José Luis Ayala Olazával
El único motivo y razón histórica coyuntural para renovar la fe en el Perú, con ocasión del Bicentenario de la Independencia, es el triunfo del profesor Pedro Castillo Terrones, elegido como presidente constitucional de la República. Se trata del primer docente primario que llega desde el Perú esencial, en un momento histórico del país. La derecha fascista peruana, inmediatamente después de entender que había llegado a un ciclo político terminal, hizo uso de todos los recursos del poder mediático para desacreditar al nuevo mandatario.
De nada valió mandar a asesinar a humildes campesinos del VRAEM. La idea era vincular a Perú Libre con remanentes de Sendero Luminoso. Quería hacerse creer que el terrorismo activo apoyaba a Castillo, pero esto no tuvo acogida debido a antecedentes y elecciones pasadas. Nadie devolverá ahora la vida a personas que fueron impunemente sacrificadas. Sin embargo, ese hecho debe ser investigado para sancionar a los culpables (…).
La demoledora campaña del poder mediático, la televisión criolla, radios mendaces, diarios golpistas como “El Comercio” y sus satélites mentirosos, no pudieron detener que el pueblo peruano se exprese libremente en las urnas. Lo primero que inventó la derecha política fascista, cuando se conocieron los primeros resultados, es que se había producido un fraude electoral. A pesar del esfuerzo y abuso del Derecho, el Jurado Nacional de Elecciones supo soportar una feroz campaña de desprestigio.
Entonces, quienes iban a perder el poder que retuvieron durante 20 años, decidieron hacer un llamado para que se produzca un golpe de Estado. Ese hecho lo decide la embajada de Estados Unidos en Lima, la CIA, el Departamento de Estado y el presidente de Estados Unidos. Vargas Llosa, Barnechea, Del Castillo y López Aliaga, convencidos de que no serían escuchados, optaron por sumarse a la idea de repetir la palabra fraude.
Proclamado Pedro Castillo Terrones como presidente constitucional del Perú, la derecha amenaza con vacarlo en el menor tiempo posible, teniendo en cuenta que no tiene mayoría de votos en el Congreso. Eso es grave, denota una revancha irracional, una evidente falta de cultura política, pero sobre todo deja notar que no entienden que el pueblo peruano está harto de un sistema político inhumano y corrupto.
En el Perú nunca hemos tenido una clase política. Los partidos han terminado defendiendo los intereses de la vieja oligarquía y las transnacionales. Nadie iba a pensar que el APRA terminaría con Nidia Vilches, acompañando a golpistas para pedir “una auditoría internacional”, todo para deslegitimizar a Pedro Castillo como presidente del Perú.
El debate académico se ha centrado ahora en la tesis de Heraclio Bonilla: si la independencia del Perú fue concedida, conseguida o concebida. La afirmación es que sin la intervención de los ejércitos de Argentina y Chile, el Perú no hubiera derrotado al ejército español formado en su gran mayoría por soldados y oficiales peruanos. Tanto San Martín como Simón Bolívar se fueron del Perú, convencidos de que no había una clase política capaz de convertir al Perú en una República.
José de la Riva Agüero fue el primer presidente traidor y golpista que se propuso matar a Bolívar. Desde 1821 hemos tenido muchos gobiernos militares y civiles incapaces de construir una República, un Estado soberano, una Nación plural con justicia social. La educación oficial se ha encargo de inventar una historia falsa sin identidad ni capacidad crítica. De allí la necesidad de reescribir la Historia del Perú. (…)
Queremos historiadores que nos digan cómo somos ahora, por qué somos así. Por qué somos un país pobre siendo tan rico. Queremos que nos digan hacia dónde debe ir el Perú. El Bicentenario debe servir para hacer un balance y liquidación de una clase que nos ha llevado a la última esfera de la pobreza. Pero los movimientos sociales sabrán salvar al Perú de la desmoralización colectiva. El Perú esencial y milenario es indestructible por los siglos de los siglos.
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