Puno. Julio Volodia Mendoza Aparicio nació en Huancané un 26 de julio de 1950; es hijo del abogado Julio Mendoza Díaz y de la profesora Haydee Aparicio Rodríguez. Las vicisitudes de la vida lo arrojaron, desde niño, a recorrer territorios quechuas y aimaras, situación que indudablemente lo impregnó de ese extraño y auténtico sello que identifica a los poetas que dejan sentir sus pisadas más allá del tiempo.
Julio Volodia estudió los primeros años de la primaria en la Escuela Fiscal de Limbani – Sandia, y los últimos en la Institución Educativa Primaria 73003 – Glorioso 841, de Huancané. La secundaria la cursó en las instituciones: Colegio Adventista del Titicaca de Juliaca, Glorioso Colegio Nacional San Carlos de Puno y el Colegio Nacional de Varones de Huancané. Finalmente, se graduó como ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional Técnica del Altiplano.
El ejercicio de su profesión le permitió alimentarse de infinidad de realidades. Por ello su poesía no pasó desapercibida. Sus poemas están ensamblados para ser declamados y de esta manera palpitar y compartir sentimientos. Esto le permitió ser invitado para declamar el trabajo de su inspiración en diversas oportunidades: estuvo en el INC de la ciudad de Ica, en la UNSA de la ciudad de Arequipa, fue protagonista en el Museo de la Nación de la ciudad de Lima, en un mano a mano con el Declamador del Perú, entre otros lugares.
Un hecho que resalta nítidamente en el poeta es su inmenso cariño a la patria. Justamente, uno de sus poemas titula “¡Oh Perú!”. A su última producción podría llamársele “¡Poesías en Facebook!”, pues periódicamente publicaba versos en plena época de la pandemia por la covid-19.
En su poema dedicado al Perú dice: “…saborear el delicioso pentagrama del viento”, “es modular la fina hebra de la cerámica”, “es digerir la ciencia condensada en la piedra”.
No podía dejar de cantarle a ciudades donde tuvo el placer de vivir; cuando se refiere a Arequipa anota: “Al sentir la erupción”, “del palpitante organismo”, “de volcánico carácter”. En su breve poema titulado Juliaca registra: “En el inmenso cofre de los Andes”, “resplandeces con intensa claridad”, “preciada joya de las pampas”.
También rinde homenaje a los cultores del conocimiento, quienes se hacen presente en su poema titulado “Querido Profesor”.
En su peregrinaje por el mundo, Julio Volodia estuvo íntimamente vinculado a la biodiversidad; en honor a la flora, que prospera en la cordillera, escribe “Plantita del Ande”, donde encarna al vegetal y las vicisitudes que atraviesa a través de su existencia; otro singular poema es “El hombre y la Llama”, dedicado al ser más importante que existe sobre la tierra y al casi olvidado animal de la fauna de los Andes, otrora importantísimo elemento de las culturas andinas.
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