Con Boris Espezúa, el poeta que busca el camino de la gloria



Escribe: :: JULIO CÉSAR QUIJHUA | Cultural - 03 Nov 2011

De mirada atenta y palabra sencilla, el último ganador del Premio Copé de Oro, Boris Espezúa Salmón, aparenta ser alguien que aún no ha completado su obra totalmente. Es amistoso: su honestidad, que me empuja a la sinceridad y a la bifurcación de los pensamientos más diversos, atañe cierta comprensión del largo camino que supone la convivencia con el tiempo y las manos de las miles de posibilidades del lenguaje. Efectivamente, es comprensible: está en busca de su libro final, del texto definitivo.

Este hombre, que cuida cada palabra que dice, que siente y que escribe, admira a Gamaliel Churata, como todos saben; pero también a César Vallejo, Jorge Eduardo Eielson, Pablo Guevara, Tulio Mora y Enrique Verástegui. Admira, en otras palabras, la buena poesía. Es que es poeta, escritor de mitos y re-descubridor de sueños. Es que, con las manos juntas, apretadas o contritas, no puede hacer otra cosa que no sea escribir.

También admira a Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Fernando Pessoa y Roberto Juarroz. Los dos primeros narradores y los últimos, poetas. ¿Puede no deducirse su vocación, su respeto y lógica admiración por las letras? En su rostro se trasluce, como en sus gestos, la sensibilidad para reconocer las innúmeras caras de la realidad. Él mismo es diáfano y refrescante, como el agua. Es, pues, un verdadero amante de la literatura.

EL POETA
Boris Gilmar Espezúa Salmón, el hombre, se me antoja alguien confiable. En sus actitudes familiares, acortadas aún más por su atención sincera, descubro siempre al poeta, escribidor y personaje que es, aunque él no se dé cuenta. [Siempre con un esbozo de sonrisa en los labios, contesta cada interrogante con soltura y reflexivamente, como saludando la seguridad del prójimo y dibujando amplios senderos conversacionales. Calla a veces, y a veces extiende las palabras hasta el consejo. Y lo observa a uno a los ojos, desmintiendo y aniquilando los ánimos subrepticios y rastreros, tal cual lo hace un hombre mayor, experto y brillante].

Pero el autor de “Gamaliel y el oráculo del agua” esconde algo. Un detalle que, no obstante, no le importa revelar. “Quiero ser recordado, trascender”, señala. Para él, el fin de todo escritor es ese, precisamente: no ser olvidado. Lo otro, el irse contento de vivir y morir sin más, le parece hasta una hipocresía. “¿A quién le supone una alegría la nada?”, interroga.

Del mismo modo, su apreciación respecto de la poesía es concluyente. “El verso libre es el más bello y el más complicado; se necesita de mucho autocontrol y de mucha responsabilidad para ejecutarlo”, delata; luego, añade: “Incluso podría decir que la poesía es más complicada que la narrativa; pero sólo porque hay muy pocas novelas verdaderamente bien escritas”.

Con 51 años encima, Boris Espezúa no tiene miedo de admitir que es Gamaliel Churata quien más semillas le ha dado para tejer su obra. “Hay un hilo conductor en todos mis poemarios; el autor de “El Pez de Oro” siempre fue la piedra angular de mis versos. Cada vez que lo releo lo entiendo más, descubro cosas nuevas de él”, confiesa.

“‘El Pez de Oro’ es un libro total porque el lector lo vuelve así; es un texto sincrético, que confluye lo occidental con lo andino, que sabe encontrar dos senderos que tienen que confundirse, irremisiblemente, en algún momento”, es su apreciación. Sin embargo, revela también que no es su libro de cabecera; que, más bien, es un texto de estudio.

De otra parte, considera que debería admirarse más a poetas como Dante Nava, Efraín Miranda, Omar Aramayo, Alfredo Herrera, Oquendo de Amat, y por supuesto a Gamaliel Churata. Cree que es importante por cuanto es necesaria la revaloración de nuestra identidad y cultura.

LA POESÍA
¿Qué es la poesía para él? “Es la reflexión, la toma de conciencia, el deleite sobre la belleza de la palabra, producto siempre del conocimiento”. De acuerdo a su propia impresión, el factor homogéneo en su obra es lo animista andino. “Trato de tocar todos los temas, aunque algunos digan que no. El amor lo traté, por ejemplo, aunque la mayoría de veces implícitamente”, señala, con convicción, familiarmente.

Según relata, a los 15 ó 16 años leyó los “Poemas Humanos”, de Vallejo, y “Los Gallinazos sin Plumas”, de Ribeyro, lo que lo instigó a escribir y definir su futuro inexorable. Tanto, que aproximadamente a esa misma edad publicaría la plaqueta “El sentimiento en Camino” (1976); un texto que, en la actualidad, preferiría olvidar. “Era muy joven y ‘becqueriano’, estaba comenzando”, dice al respecto.

En su haber tiene, además del texto del que abjura, “A través del ojo de un hueso” (1988), “Tránsito de Amautas” (1991), “Alba del Pez” (1998), “Tiempo de Cernícalo” (2002), y su maduro “Gamaliel y el Oráculo del Agua” (2010), ganador del Copé de Oro en la categoría de Poesía, en la última edición. Un concurso que tuvo como jurado, es necesario destacar, al gran poeta Carlos Germán Belli.

En este punto es menester rescatar y recordar, también, su labor profesional. Espezúa Salmón es catedrático en la Universidad Nacional del Altiplano, en la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas. Ha escrito, por eso, tres textos que le atañen a esta profesión, los mismos que tocan la temática de los valores (la justicia y la verdad). Hecho que si bien no es evidente, está implícito a lo largo de toda su obra poética.

EL FUTURO
Para el futuro prepara un texto que eminentemente será de prosa poética. “Tengo planeado publicarlo el 2013; es decir, escribiéndolo sin muchos apuros. Tocaré el tema de la danza y de las fiestas de la Virgen de la Candelaria. Pienso que la literatura regional que se ha escrito al respecto es poca, insuficiente; creo que debo aportar”, sostiene.

A esto agrega que este texto, el que escribirá, será el rompimiento final con Gamaliel Churata. “Empezaré de cero”, sentencia, precisando que el haber ganado el Copé de Oro del 2009, en poesía, le exige superarse aún más. “Si bien gané el premio casi coyunturalmente, pienso que no debo ser inferior a este logro; antes bien, requiero ser mejor”, afirma.

Entre otras cosas, el poeta Boris Espezúa Salmón siente que lo que le falta para escribir su texto total es solamente “más tiempo” y más contacto con “vivencias directas” sobre los temas que aborda. No tiene miedo. Tiene esperanzas. Quizás un día, uno no muy próximo, cuando el viento le sorprenda en dirección contraria, enfrentará todo con esa sonrisa que le desborda casi inconscientemente. Entonces, como ahora, seguirá siendo él: el escritor de reivindicaciones y esperanzas.


BIOGRAFÍA: Nació en 1960. Es el cuarto de nueve hermanos. Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Educación en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta), en Lima. Es abogado de profesión. Sus padres fueron Rubén Darío Espezúa Eduardo e Isabel Salmón Flores. Las poesías que prefiere de él mismo son: “Tiempo de Auquis”, “Danzario”, y “País Cautivo”.

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