Los Andes

A pesar de las especulaciones sobre una recuperación del crecimiento de la economía China, las cifras indican que la tendencia es irreversible, dando por terminado así a varios años dorados para la minería en el Perú y, al igual que la época del guano, a una gran oportunidad (ahora perdida) para el desarrollo de nuestro país.

El consenso general de los analistas económicos internacionales es que China, el motor económico del mundo, en términos simples, se desacelera sin remedio y, con ello, uno de los periodos más prósperos para la minería tiene su final.

El hecho es la confirmación de los pronósticos más pesimistas, que se hicieron años atrás. El gigante pasó de crecer 10,4% en el año 2010 a 7.4% el año 2014 y se estima que llegará al 5% de crecimiento para el año 2017.

Representantes del gobierno Chino quisieron explicar el hecho aduciendo que se trata de un viraje hacia un modelo más “ sostenible�, aunque hay quien observa que se trata de un problema mucho más profundo o de una gigantesca burbuja económica; evidencia de ello son las numerosas ciudades fantasmas que construyó el gobierno Chino para albergar a la población del interior de ese país que nunca llegó.

Hasta el año pasado, varios de los gurús económicos que pregonan el modelo económico dominante en nuestro país, hablaban de una pronta recuperación del gigante asiático; sin embargo, el tiempo ha demostrado que la desaceleración China será sostenida.

También había quien propugnaba que el decaimiento en la demanda de materias primas de ese país se iba a ver compensado por el crecimiento de la misma en varios países emergentes como India, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), Medio Oriente, Latinoamérica y �frica; sin embargo, esto tampoco se dio.

No se trata de un país como tantos otros, pues desde hace algunos años, China es la segunda economía más grande del mundo, con 15.8% de la producción mundial y alberga a casi el 20% de la población global y, sobre todo, es la mayor importadora de minerales del mundo.

Por su enorme tamaño económico, el país oriental prácticamente define el precio de los minerales a nivel mundial. Se estima que ese país consume casi la mitad de la producción mundial de cobre, el aluminio, el níquel, el plomo y zinc.

Mientras este país crecía a cifras cercanas al 10%, en América Latina, en promedio, la tasa de crecimiento bordeaba el 5%, por lo que se notaba un aumento de salarios y se vio una disminución del empleo en casi todos los países de la zona, esto en el periodo del 2003 al 2010.

Pasado este periodo, con el gigante oriental desinflado, la tasa de crecimiento en América Latina fue decreciendo hasta llegar al 1.3% en este año y se prevé un crecimiento de 2.7% para los próximos 5 años.

En nuestro país, en el último año se ha visto un crecimiento del 3% en el último año, cuando sólo un año antes (2013) el crecimiento bordeó el 6%.

Lo penoso del hecho es que el tiempo le dió la razón a personas como Ollanta Humala (antes de adoptar el discurso de la “inclusión social� y cuando propugnaba un cambio) cuando advertía que el modelo de crecimiento primario exportador era insostenible a largo plazo.

El oro, uno de los principales productos del modelo, tuvo un espectacular aumento de precio; sin embargo, el precio está en franca y sostenida caída (ver cuadro), sin un alentador horizonte.

Así se ve el panorama desde afuera. A poco de entrar a la temporada electoral, las consecuencias políticas y sociales del fin de la época dorada de la minería apenas se vislumbran, pues así como los beneficios de la suba de oro tardaron en notarse y reflejarse en la economía, los efectos de la baja tardarán en sentirse en su real dimensión.