Biocombustibles en el Perú: escenario de incertidumbres

Investigador de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental



Escribe: Juan Luis Dammert | Opinión - 13 Feb 2009

Juan Luis Dammert

Los biocombustibles han sido promovidos como una alternativa limpia y renovable a la contaminante industria petrolera. En el 2007 el gobierno peruano aprobó reglamentaciones que establecían una mezcla obligatoria de 2% de biodiesel en el diesel para el 2009, y 5% para el 2011. Además, se estableció una mezcla obligatoria de 7,8% de etanol en la gasolina a partir del año 2010.
Para cumplir con esta obligatoriedad de consumo, el Perú ha visto incrementadas sus áreas de cultivo de insumos para biocombustibles como la palma aceitera, la jatropha o piñón y la canola (para biodiesel); y la caña de azúcar y la caña brava (para etanol). La demanda por biocombustibles ha supuesto el inicio de un proceso de aceleradas transformaciones agrícolas, sociales, económicas y ambientales en el país.

La producción de biocombustibles supuestamente permitiría avanzar en la dirección de asegurar la soberanía energética nacional. Sin embargo, mezclas de 2%, 5% y 7,8% de biodiesel y etanol en el diesel y la gasolina, no solucionarán el problema de la demanda por los derivados del petróleo, y lo que es peor, plantear mayores porcentajes, podría significar impactos ambientales y sociales altísimos.
Al requerirse vastas áreas de terreno para satisfacer la creciente demanda, podría utilizarse tierra agrícola destinada a la producción de alimentos para monocultivos de biocombustibles; o transformar bosques que prestan servicios ambientales para cultivos energéticos. La primera opción reduce los terrenos disponibles para la siembra de alimentos, mientras que la conversión de bosques puede fragmentar habitats, así como afectar el suelo y la biodiversidad. Ya se han registrado conflictos socio-ambientales asociados a los biocombustibles, referidos a la propiedad de las tierras y al uso de recursos hídricos.

Los biocombustibles se han presentado en el Perú como una oportunidad para abrir un nuevo campo en la inversión privada, y ese ha sido en buena medida el principal criterio para su promoción en el Perú, más allá de sus supuestos y cuestionables beneficios ambientales. Los cultivos energéticos podrían ser una oportunidad para el desarrollo agroindustrial, que genera empleo en zonas rurales. También generan desarrollo industrial por la instalación de plantas de procesamiento de la biomasa, y con ello, más puestos de trabajo. El impacto comercial también puede ser alto, en tanto se requieren centros de acopio de materia prima y centros de distribución mayorista y minorista, que propiciarían mejoras en términos de infraestructura para la articulación comercial en el mercado nacional.

Sin embargo, todo este debate sobre las posibles ventajas y los enormes retos que presentan los biocombustibles podría pasar a un segundo plano ahora que ha empezado el cronograma de mezclas el 1 de enero de 2009. Ante la incapacidad de la producción nacional de satisfacer la demanda, se ha tenido que importar biodiesel. Pero ahora los productores nacionales han denunciado que se está importando de Estados Unidos biodiesel subsidiado, a un precio de dumping con el cual no es posible competir. Esto debió preverse, teniendo en cuenta que los cuestionamientos a los subsidios estadounidenses al biodiesel vienen de años atrás, y que los productores de biodiesel europeos han presentado quejas formales a la Unión Europea sobre “subsidios injustos” al biodiesel norteamericano.

En tiempos del TLC peruano con EEUU, no parece posible establecer restricciones arancelarias para proteger la producción nacional de biodiesel. Ante este escenario, hay incertidumbre respecto al futuro de las plantaciones y plantas procesadoras instaladas en el país para la producción de biodiesel.

La discusión sobre la conveniencia de los cultivos energéticos y sus impactos en el Perú queda en suspenso, al menos para el caso del biodiesel, ante la posibilidad de que este producto sea importado en su totalidad. Si antes se criticaba la falta de planeamiento y coordinación entre instancias del Estado respecto a la promoción de biocombustibles por el temor de los impactos de los cultivos energéticos, ahora es preciso preguntarse: ¿Se tomó en cuenta que podía peligrar la producción local al momento de fomentar los biocombusitbles en el país? ¿Qué medidas tomará el Estado peruano frente a esta situación?


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