Salud, a la perla del Titicaca



Escribe: Javier Cayo Larico | Opinión - 14 Nov 2011

Ubicada al sur de la región de Puno, en la misma línea de frontera con Bolivia. La ciudad de Yunguyo, es la capital de la provincia del mismo nombre, es uno de los lugares con mayor encanto paisajístico. Yunguyo, que antaño crecía al compás que le marcaba el desarrollo galopante, hoy parece dormida, con una quietud que desespera. Al parecer resignada ya a estar lejos de las grandes aspiraciones. Será que los sueños ya no iluminan la belleza de este istmo de ensueño de riqueza incomparable. Así es, bien guardada por sus apus Juana y K`apia, Yunguyo duerme con su hermosísimo entorno natural, acariciada con amor por los lagos: Mayor o Chucuito y el cristalino Wiñaymarca.

Así es, en Yunguyo, con el recuerdo del ser amado, el amanecer de las aguas del lago mayor y el lago Wiñaymarka se iluminan románticamente y por un momento parecen ser de muchos colores. Mas tarde llega la alegría, cuando el sol cubre la campiña con su vastedad. Es un mundo que se mantiene invariable desde otras eras. Es una provincia que permanece casi intacta en sus costumbres.

Tiene dos corredores llamados “turísticos”. De la ciudad de Yunguyo hasta el distrito de Tinicachi, pasando por los distritos de Ollaraya y Unicachi. Y de Yunguyo al distrito de Copani. En estos corredores de un encanto paisajístico incomparable se ve la riqueza arqueológica, agrícola, pecuaria, piscícola, etc. De Yunguyo al distrito de Cuturapi, con otras características se repiten los atractivos, todo es hermoso aquí y todo lugar guarda fragmentos de nuestra historia.

El descuido de las autoridades hacen que estos recursos no se muestren. Lo que llama la atención, es la apariencia que se adopta. Que por esconder el desconocimiento, se hable sin saber, de desarrollo, de cultura, con sentimientos intensos; ya se trate de nuestra historia, de nuestras costumbres o de nuestros valores, confunden la esperanza con el miedo de no tener iniciativa. Para muchos, cuando son autoridades, reconocer a nuestros valores en vida, es algo muy cercano o muy lejano, hasta que se van si hacer nada, con la desazón de la incompetencia.

En fin, por ahora olvidemos los olvidos y las postergaciones, tiene un sentido más profundo, rectificarse y asumir aquello que esta desligado de toda connotación política partidaria. Quizá así se entienda mejor que nos estamos olvidando de uno de los hombres mas insignes que junto con otros que en su momento resaltare, nos dan la alegría que nos caracteriza a los hombres de frontera. Don Angel Cruz Meza cuya grandeza de alma, de corazón sublime, le lleva a agradecer un galardón inanimado e indiferente. Solo él puede comprender que no es ese el reconocimiento que se merece. Pero así es el maestro Angel Cruz, persona al cual los yunguyeños le debemos la más hermosa melodía y la sublime dulzura de los versos de aquel himno que se entona en las ceremonias más solemnes y en ocasiones ponen fin a una noche de bohemia yunguyeña, donde se confunden los sentimientos: El amor a la tierra con el amor vivo, lejano, perdido, imposible o ingrato. No importa si estemos tristes o alegres pero siempre la entonamos con conmovedora emoción, hasta que las lágrimas surquen el rostro que se contrae con el recuerdo de la tierra añorada; cuando uno esta lejos.

Ese pues es el legado de don Ángel, la mas grande composición que se haya escuchado.
Olvidemos por ahora nuestras diferencias y renovemos nuestras esperanzas y promesas. Que Toque y cante ahora el Centro Musical, la alegre Tuna, la Estudiantina Juvenil, y de Chocaque y al compás de los mas de un millar de sicuris de Tata Pancho, resuene en Puno con el Dr. Rolando, que siempre alborota el Chiuchico y su Centro Musical Rodolflo Montes De Oca, en Arequipa con el Centro Musical Yunguyo, En Cusco con los pocos que parecen un millar, pase por los Sicuris y los Morenos de Unicachi y Ollaraya en Lima para que lo canten en Europa el Kullito Esteban Candia, los hermanos Choque, Raul Díaz, Zenón Quiñones, Tipunko, y todos elevemos hoy al cielo, la canción hecho himno, que Don Angel nos regalo:

“Oh sabia naturaleza, has protegido mi tierra, con dos grandes fortalezas, Cerros Juana y el Kapia. / Yunguyo Mio eres una perla, en las orillas del Titicaca, Que brilla en la historia patria, desde tiempos pre incaicos”.

Salud Yunguyo en tu XXVII aniversario, salud don Ángel, su canción resonará en el mundo andino, por siempre.


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