Monday 13.05.2024 | Actualizado 11:08 (hace 2008 días)
De una semana a la siguiente, mi barrio ha dejado de tener el mismo movimiento, el mismo ruido y la misma expresión. Tal cual un atleta que luego de alcanzar la meta cae rendido para tomar un respiro, beber agua y recuperar energía. Todos se están regresando a casa, a ver a los suyos.
Algunos viajan unas horas camino a otra ciudad, otros a un país cercano y otros del otro lado del mar.
Un amigo me ha dicho que cuando llegue agosto lo mejor es que me vaya, pues todos los negocios cierran, algunos bares y restaurantes abren por escasas horas al día y la programación cultural que caracteriza este barrio, se vuelve inexistente. “Vete Filiberto, que si estas aquí durante agosto, te vas a sentir solo”, me dice.
Y es que, claro, durante décadas este ha sido un barrio universitario. Caracterizado por el espíritu, cuestionamiento y actitud de búsqueda que distingue a un estudiante. Pero, ¿qué pasa si a partir de una semana todos estos estudiantes se tienen que ir? Algunos se van contentos -la gran mayoría-, unos un poco tristes, otros aún más.
Muchos de los estudiantes que se van, ya no tienen motivo para regresar. Han terminado clases, se graduaron, recibieron un diploma y van contentos a los brazos de sus madres. Por su parte, otros dejan amores, recuerdos y lamentos, así como promesas de volver y que en alguna otra parte del mundo se encontrarán.
En agosto no habrán tantas personas en el barrio. Se han empezado a ir de uno en uno. El ruido de las ruedas de las maletas han empezado a sonar. El metro que va con destino al aeropuerto, parece tener más pasajeros que los que usualmente tiene.
Por su parte, mis padres me han preguntado cuándo voy a volver casa, a lo que he respondido diciendo que muy pronto, puesto que me queda un tramo de camino por responder. Pero, y aunque aún no regrese a Perú, tampoco me quedaré en el barrio contemplando la soledad.
Es entonces que he tomado la decisión de ir al África, que resulta interesante, profunda y poco explorada. Ya tengo los pasajes y he empezado a contar los días y buscar información en la internet para hacerme una idea más clara de lo que me espera. Voy a empezar el recorrido en Marrakech, una típica ciudad de Marruecos, caracterizada por sus palacios y mercados, en los que mayoritariamente se ofertan alfombras, telas y especias.
A mi retorno -setiembre- el barrio empezará nuevamente a volver a la vida. Nuevos estudiantes vendrán y durante sus primeras semanas caminarán por las calles de este mágico lugar con actitud y mirada exploratoria. Al cabo de unas semanas se sentirán parte del espacio y lo que es mejor, van a dar vida al mismo.
Por mi parte, llegaré con mucha arena entre el equipaje a causa de haber caminado y contemplado el desierto. Del mismo modo, he de llegar deseoso de contarle a mi madre que aunque falte poco para vernos, la he tenido presente en mi micro-recorrido por el África y que, por supuesto, he vuelto a ser parte del movimiento, ruido y expresión que da vida al barrio que por este tiempo me acoge.
¿Está usted de acuerdo con el proyecto de remodelación de la Plaza de Armas de Puno?