Los Andes

México - Puebla - Guadalajara - Puerto Vallarta - México - Lima - Pueblo Libre - Mi casa - Mi cama - y eso fue todo, de este viaje iniciático que esperaba se convirtiera en un peregrinaje interesante y descubridor, que a mi edad no corresponde ni el nombre, no quedó más que una diarrea impertinente, un perenne dolor de cabeza, una tarjeta sobre girada y muchas moneditas de a peso mexicano; quisiera saber si algo de bueno saqué de este viaje, algo positivo aprendí o si algo pasó con mi cabeza, pero no, no hay nada, sólo fue un pinche viaje con unas cuantas pocas cosas sorprendentes que mencionar pero entre copas, por este medio imposible y es que le pregunté al editor hasta dónde era permisible la censura, y me dijo que ni usando metáforas, pero tal vez por Facebook, búsqueme mi querido lector bajo el pseudónimo “film maker & porn star�.

La guacha floja es por culpa del tequila y el mezcal combinados con las pinches tortas jodidamente condimentadas y picantes, el dolor de cabeza fue por la pasada de peyote que llegó a mis manos por pura y dura casualidad y la tarjeta vacía se debe a las dos anteriores; en resumen, ya no puedo casarme nunca más (como si lo hubiera hecho alguna vez) ni regresar al bar “La Perla de Texcate� hasta que cambie de dueño, ni usar el dedo gordo de la mano derecha que quedó muy lastimado el pobre (por un exceso inapropiado), ahora sólo lo uso para el espaciador en el teclado y aun así duele.

México es México y los mexicanos son refugiados extra-terrestres deportados de otras galaxias donde nadie los quería, y con ellos su comida que, además de ser aburrida, es barata; de ahí el segundo lugar de México en obesidad en el mundo, ¡qué pedo! Dónde están las mujeres bonitas que dicen que hay acá, porque ninguna se parece a Mía?

El vuelo México - Lima casi ni se siente, el avión viaja sin turbulencia, sin aspavientos, sin que nadie se dé cuenta de su velocidad; llegué a la medianoche y me saludó el taxista de siempre, supongo que es una buena persona pero no sé nada de su vida, no quiero hablar con nadie hoy ni mañana, Lima es igual de tóxica como México, como las mujeres, pero vivimos con ellas y por eso a veces nos saturamos un poco y les pedimos tiempo, nos alejamos y nos volvemos a encontrar para seguir conviviendo un rato más hasta que algo mejor pase, igual no quiero creer que me conformo; así como está el día parece que mi reconciliación con Lima no va estar tan grata como pensaba.

Pero es lo que hay, es lo que tengo, no puedo decir que no la cambiaría por nada, no hay promesa de amor suficientemente grande para que dure una eternidad ni romance tan intenso para no ser un poquito infiel, ni razones para sentirse mal por eso; lo único bueno que tiene cualquier amor en cualquier puerto es lo mismo que tienen los bares en las ciudades, lo mismo que te dan los amigos, lo mismo que te da la soledad.

Voy a volver, volver, volver como dice la canción y es posible que todo siga igual de mal, tengo lo que merezco y no hablo de un juicio de moralidad, tengo lo que he conseguido y que es lo que me atreví a soportar, lo que creo que me hace falta es posible que no lo quiera; lo que no, ya no estoy tan seguro de eso.

Tengo que ir al doctor otra vez pero antes pasaré por la casa de Gabriela que me espera con un imposible en México, ¡un ceviche de cangrejo reventado! Por cierto, Gabriela está saliendo con un sicario que se ha tatuado su nombre en el límite del coxis con su espalda; al doctor mañana tal vez vaya, digo tal vez; que es lo único seguro que hay para el futuro; el talvez, si lo piensas bien querida Mía, sólo hay ahora y dura muy poco.