El hospital Honorio Delgado Espinoza acaba de cumplir 59 años de vigencia. Este nosocomio guarda muchas historias de pacientes que lograron recuperarse con éxito. Pero existen también los pacientes abandonados.
Como el caso de Gilda, llegó cuando tenía dos añitos y ahora tiene 35 años. Cuenta la historia que una mujer joven y bien vestida, llegó con una niña que tenía la cabeza quemada. La atendieron en pediatría y tras varios estudios le diagnosticaron retardo mental.
Su madre en vez de estar pendiente de ella, se fue y jamás regresó. Las asistentas sociales intentaron ubicar a su familia, pero la dirección que dio la madre no existía, solo encontraron una torrentera.
Gilda no es una paciente más, ella vive en el hospital en una cama-cuna en el área de pediatría. Se ha desarrollado de la cintura para arriba como una mujer, pero no camina, no desarrollo las piernas, no habla, a veces grita; los niños ya se acostumbraron a ella.
Una sonrisa crece en su rostro cuando siente la presencia de personas a su lado y se pone seria cuando escucha decir “ya me voy”. Es la hija consentida de los internos (egresados de la universidad) de medicina. Le dan de comer, la visten, la cambian como a una niña pequeña.
HONORITO
Gilda no es la única niña pequeña que llegó al hospital más grande del sur.
Hace unos 12 años, fue internado un niño de dos años. Al parecer, lo abandonaron entre la basura.
Un padre le dio una patada a una bolsa y su hija escuchó un ruido, al abrir el paquete encontraron a un niño pequeño botando sangre por la boca.
Lo llevaron al nosocomio para que lo atiendan, el hecho ocurrió en julio, mes de aniversario, por eso le pusieron de nombre Honorito. Era un niño hermoso que parecía un ángel, se enamoraron de él y todos querían adoptarlo.
Le diagnosticaron hidrocefalia (acumulación de líquido en el cerebro). Tras la operación quedó con una parálisis en el cuello y no podía enderezar la cabeza.
Una interna lo atendió con devoción, sus padres también. Después de meses de tratamiento le dieron de alta y el juzgado ordenó que sea albergado en una casa-hogar, después de meses regresó al hospital enfermo.
Trascendió que lo adoptó un ingeniero con bastante dinero y lo llevó a Estados Unidos para que lo operen del cuello y piernas, ya tiene 15 años.
LOS ABUELITOS
Los patriarcas de familia, también son abandonados en el hospital Honorio Delgado a pesar de tener hijos y familia. Los dejan a su suerte porque se convirtieron en una carga.
La señora H.A.C. de 89 años, estuvo internada por 48 días, murió hace cuatro días, tal vez hubiera vivido más si sus hijos hubieran estado junto a ella.
Según cuenta la jefa del Departamento de Servicio Social, Angélica Bustamante Vargas, en varias oportunidades llamó a todos los números que dejó la familia en la historia clínica, pero nunca respondieron y en otras ocasiones la negaron.
Por la ausencia de familiares, el hospital declaró a la paciente insolvente (sin capacidad de pago) y corrió con todos los gastos de tratamientos y medicinas. Igual nunca fue suficiente. Los hijos la visitaban a escondidas para no dar la cara.
Las personas mayores de edad y pacientes con enfermedades mentales, sufren el abandono de sus familiares, los dejan en el hospital a su suerte para que los curen y vivan ahí.
Las asistentas sociales, con apoyo de las redes sociales y boletines en medios de comunicación convocan a los familiares para que vayan al hospital. Asimismo, acuden a la Fiscalía de Prevención del Delito para que citen a los parientes. Recién, después de un citatorio aparecen.
SIN NOMBRE
Al nosocomio también llegan los pacientes NN (Ningún Nombre), adultos, abuelitos, llegan por accidentes de tránsito, recogidos de las calles y heridos. Las asistentas sociales buscan a sus familiares, en tanto el hospital se hace cargo de todos los gastos.
Todos los días ingresan NN al área de emergencia, las trabajadoras sociales solicitan a la policía que los identifiquen por sistema AFIS, para buscar a los parientes en sus casas, señaló Mercedes Zavala Villafuerte, asistenta social.
En el caso de las personas indigentes, nunca llega nadie y mueren en la soledad, tal como pasó hace un mes.
Un varón diagnosticado “gran quemado” falleció por la gravedad de sus heridas. Del mismo modo pereció un obrero que cayó de cabeza cargando bolsas de cemento. El apoyo de la familia hubiera ayudado en la recuperación del paciente.
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