Alex Hurtado
La lucha por conseguir un espacio para las vanguardias se ve necesariamente ligada a una revolución tanto estética como política. Para Gamaliel Churata, el autor de El Pez de Oro (1957), este sujeto revolucionario es “quien siente en la carne de su alma el repudio de una injusticia secular aplastando a un pueblo, noble y humillado, que exige de sus hombres valor y justicia para acabar con los estamentos de la opresión” (“¿Qué es un revolucionario?”). La reivindicación indígena es un problema que estará presente a lo largo del proyecto literario churatiano, el cual se resolverá desde un frente cultural y literario, pero sobre todo político y económico. Nuestro autor es el intelectual revolucionario que enfrentará estas aristas a través de sus escritos.
Gamaliel Churata plantea que el vanguardismo es resultado del proceso histórico necesariamente determinado por factores endógenos. Vincula directamente al vanguardismo latinoamericano con el tema de la “expresión americana”, es decir, la vanguardia se desarrolla genuinamente por el ser genésico de la América, el cual es azuzado por los desarrollos sociales que reclaman un espíritu nuevo. El despertar vanguardista es, para Churata, una actividad biológica, intrínseca del hombre americano, una “honda actividad sicológica despertada por el poeta moderno” (Boletín Titikaka). La estratégica posición de esta alma vanguardista permitirá que, en primer lugar, el movimiento tenga un alcance continental de acuerdo a las afinidades ideológicas y poéticas de cada artista, y en segundo lugar, abre el camino para una reivindicación de lo que denomina lo “indoamericano”.
Aclara: “no es la imitación del rascacielos lo que debe preocuparnos sino la enseñanza de los pueblos en la fe de la libertad” (Boletín Titikaka). Las reiteradas críticas a la vanguardia por el ímpetu de convertirse en una moda más que en una lucha reivindicatoria tanto estética como políticamente tiene sus ecos en la opinión del líder de Orkopata. El interés para un vanguardista debe ser, parece decir, organizar su actividad intelectual con fines sociales y no desmerecer la iniciativa con tan solo señalar las novedades que la época trae a las ciudades. Esta crítica está muy a la par con lo que menciona Vallejo en “Contra el secreto profesional”, donde el poeta trujillano da cuenta de los errores a los que conlleva la simple importación de los motivos y formas europeas a la producción peruana.
“Septenario” es el texto con el que Churata responde a Vallejo. Aquí, el puneño sitúa el lugar de enunciación del crítico: “desde el oreb o séase la torre eiffel”, lo que implica adoptar una situación distinta a la vivida por los americanos ubicados en el continente. En ese sentido, Churata encuentra en Vallejo una situación de privilegio y, también de manera irónica, de ser un personaje cuyas ideas debían ser sacralizadas por los lectores. Así, Gamaliel responde desde el lugar de “la poesía plebeya y por lo tanto antiestética y maloliente de esta hora”, donde, entiende, Vallejo situó a los vanguardistas americanos. Ante sus reclamos, Churata reivindicará el papel que juega esta nueva estética en el desarrollo histórico, por lo que antes que realizar un recuento documentado de los usos formales e ideológicos en la poesía como lo hace el autor de Trilce, se deberá realizar un estudio del fenómeno, esto es, del espíritu americano, allí donde radica la originalidad.
Vistas así las cosas, el interés de Churata por crear una vanguardia radica no solo en una renovación formal de la poesía, sino también en un plano ideológico, el cual, por supuesto, no puede realizarse de manera independiente. El objetivo de lograr una revolución vanguardista en el campo social peruano es, para Churata, lograr la reivindicación del indio como un resultado de la situación histórica que América Latina vive en el momento. El Boletín Titikaka y El pez de oro son producto de la incursión vanguardista dentro del proyecto que Churata elabora para los Orkopata, pero este se vería incompleto sin la incursión en materia política. El puneño tiene en claro que los fenómenos sociales revelan en el fondo problemáticas económicas, y en este caso, la causa se encuentra en la presencia del gamonalismo en todas sus formas, pues solo así la cultura indígena y el indio se verán redimidos en su libertad (“La liquidación del gamonalismo y el deber de la juventud”). Este momento reivindicativo traerá como consecuencia la posibilidad de dotar a América de una identidad y, posteriormente, un lenguaje propio, a partir del cual podrá realizarse una auténtica literatura americana. El lenguaje rural del que nace la cultura indígena logra una “misteriosa belleza” en la poética que los Orkopata desarrollan, y es con este también que logran encontrar la originalidad tan requerida para el fenómeno vanguardista.
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