José Domingo Calisaya Mamani
Siku, Voz Melódica de los Andes.
El “Siku” se constituye como una de las barreras firmes contra la desnaturalización del hombre moderno, es un puente espiritual sólido entre el ecosistema, el hombre y las deidades.
La naturaleza del “Siku”, como ser material y espiritual configura una analogía humana, es una persona en un cuerpo vivo imaginario que a la vez vivifica al hombre sin distinción racial, política, social o creencia o de género, involucrándose en la trama de la vida, apreciada desde la concepción del mundo andino, constituyéndose como una de las barreras firmes contra la desnaturalización del hombre moderno, es un puente imaginario sólido entre el ecosistema, el hombre y las deidades, reflejando su propósito final, en consolidar la armonía y equilibrio que debe imperar entre el hombre, la naturaleza y el cosmos.
La pragmatización vital del hombre y la naturaleza debe crecer desde la semilla y de la madre de ésta, así como el “Siku” brota de nuestra madre tierra, la mutabilidad seminal es inseparable de la presencia materna; sin embargo, nos encontramos en un espacio de extinguir esta semilla de la “Caña” con la deforestación colosal, por lo que exige conservación y ampliación de la diversidad genética, iniciativa que debe partir desde una acción política a través de proyectos y programas para la crianza de la “Caña”, no como propietarios de la naturaleza, sino como sus pastores, siguiendo el comportamiento de la naturaleza, develando lo que ella contiene. Por estas consideraciones, la presente te invita a entender, comprender y asumir el compromiso de ser parte de esta relación: hombre, naturaleza y el cosmos para vislumbrar la trascendencia del “Siku” en la vida del hombre, que viene a ser universal desde una visión imaginaria y estigmatizante en la evolución, desarrollo de la vida humana.
CONVIVENCIA DEL SIKU Y SIKURI
EL GÉNERO DEL SIKU EN LA NATURALEZA Y EL COSMOS
La complementariedad es un principio filosóficos en la cosmovisión andina, viene a ser el rasgo fundamental de la concepción sobre el cosmos; en este sentido, Javier Lajo (el filósofo puquina – Perú) sostiene:… para el hombre andino todo objeto real o conceptual tiene imprescindiblemente su par, siendo así que el paradigma principal del hombre andino es que “todo” y todos hemos sido paridos, es decir, el origen cosmogónico primigenio no es la unidad como en occidente, sino es la paridad como principio de la existencia, no la oposición/exclusión.
Por otro lado, en el pensamiento andino, la dualidad es una contraparte, no es lo contrapuesto, sino el complemento correspondiente e imprescindible, como son: SOL Y LUNA, este y oeste, Norte y Sur, la noche y el día; además, en nuestra vida diaria se presenta permanentemente la complementariedad en la Vida y muerte, húmedo y seco, calor y frío, arriba y abajo, viento y fuego, perfume y fetidez, verdad y falso, bien y el mal, macho y hembra, varón y mujer. Por estas razones la complementariedad de la dualidad es un principio ordenador del cosmos en la naturaleza humana.
CÍRCULO DE LOS SIKURIS
La expresión artístico musical de los Andinos, son los movimientos de grupos humanos, que al reunirse realizan una CIRCUNFERENCIA que simboliza “La Totalidad”, así como a las deidades energéticas del Padre “Sol” y la Madre “Luna”.
Cuando la agrupación de los “Sikuris” inicia su práctica musical y es de mayor cantidad, la forma de posición se configura automáticamente en varios círculos, ubicándose de acuerdo a las unidades morfológicas del SIKU, teniéndose como círculo central a los sikuris que tocan el bombo, el círculo intermedio integrado por los que tienen la caña de mediano tamaño (Malta o Ankuta, Contra Malta, Chili o Chulli, Contra Chilli y la Uña) quienes adquieren la protección de los “J´acha Sikus” de gran tamaño (Tayka o Toyo, Basto o Sanka, Segunda de Bastos), que forman el círculo mayor, de esta forma representan todo el cosmos, como parte de todo un sistema estelar binario (los planetas y sus satélites) que giran alrededor del SOL – LUPI / INTI, que con su presencia en forma circular es dador de vida, sobre la cual todo ser viviente, la naturaleza y el cosmos tiene movimiento.
La característica fundamental de la expresión artístico musical de los Andinos, son los movimientos de grupos humanos, que al reunirse realizan una CIRCUNFERENCIA que simboliza “La Totalidad”, así como a las deidades energéticas, pero sobre todo al Dios “Inti”- LUPI JAQI (hombres del sol – Lupakas) , que representa la deidad más significativa en muchas culturas Indo Americanas (Perú, Argentina, Bolivia, Uruguay) en algunos símbolos patrios de estos países mantienen la figura del sol en su bandera (el Sol de Mayo), en el Perú se edificó el famoso templo del “Koricancha” (Cusco), porque su poder omnímodo, al ser el origen de la vida, el supremo ser del agua, la tierra y el fuego, su permanencia eterna de los rayos que emite sobre los seres vivientes en el KAY PACHA – AKA PACHA; esta supremacía lo compartía con su hermana (con quien se casa), la Luna – QUILLA, en una igualdad de rango en la corte celestial ancestral, adquiriendo el sitial de “Mama quilla”
Por estas razones la interpretación del Siku en forma de un círculo, simboliza el carácter circular de la LUNA, en noches de “luna llena” en tiempos de otoño e invierno (donde la práctica del “Siku” se incrementa de acuerdo a las celebraciones místicas andinas); en esta percepción la cosmovisión andina considera que la naturaleza, el hombre (mujer) y la Pachamama son representados por círculos concéntricos, que representa lo femenino (Madre).
EL GÉNERO HUMANO CON EL SIKU: “ARKA” E “IRA”
El diálogo musical de DOS SIKURIS que se compenetran, producen una sinergia, amalgama melódica, que en el desarrollo de la temática va tejiendo una armonía sin igual entre todos los Sikuris.
Se debe tener presente que el principio del dualismo andino comprende el orden social, político, religioso, económico y cultural como visión de la sociedad y de la naturaleza que firmemente están ligadas uno al otro, de modo tal que se le reconoce como un género por distinción a los seres vivientes del universo, a las formas de organización y a las cosas inanimadas, asignándoles las particulares características y cualidades del género que se les atribuye” (Ponce 2007: 165). En esta concepción del principio básico se desarrolla el siku y los sikuris, como una respuesta natural a la “estructura mental” andina; esta doctrina andina nos permite comprender el mundo mental del DUALISMO, donde el SIKU y SIKURI se realizan en medio de una civilización dual organiza el tiempo y el espacio, la naturaleza, la totalidad de su entorno, su cosmos y su imaginario.
Es bien cierto que en nuestra cultura andina, su ritualidad, su manera de distribuir el espacio y tiempo lo representa a partir de símbolos como el CÍRCULO Y EL CUADRADO, que personifica un proceso compositivo dinámico de su existencia, escrita en sus tejidos con un alfabeto de símbolos, y uno de los principales símbolos es la CHAKANA cuyo eje visual del círculo representa a la Mujer – Madre, y la forma cuadrada producido por líneas rectas (representa el Varón), esta representación se vivifica en la estructura del Siku – Phusa, al producirse el diálogo musical de DOS SIKURIS que se compenetran en este sinergia, amalgama melódica, que en el desarrollo de la temática va tejiendo una armonía sin igual entre todos los Sikuris a través de: ARKA (el que sigue – siete tubos de caña – Warmi – Q´achu) e IRA (el que guía – seis tubos de cañas – Chacha – Ork´o), que evidencia la directa relación con el género humano. La mujer y el Varón forman parte de todo el complejo de relaciones, ambos se sirven de puente de conexión entre las partes relativamente, de esta dualidad “ARKA” e “IRA”, surge la dulce melodía de los SIKURIS sin distinción alguna.
LOS TRECE AGUJEROS PRINCIPALES.-
La naturaleza del hombre y la mujer lo describe la fisiología humana, desde los mecanismos moleculares dentro de las células hasta las acciones de tejidos, órganos y sistemas, y cómo el organismo en conjunto lleva a cabo tareas particulares esenciales para la vida. Si relacionamos la fisiología humana con las TRECE CAÑAS DEL SIKU como estándar general, comprobaremos que el SIKU: IRA (seis tubos de cañas) VARÓN posee seis agujeros en su cuerpo: 2 oídos, 2 fosas nasales, 1 boca, 1 ano; el SIKU: “ARKA” (siete tubos de cañas) MUJER posee seis agujeros en su cuerpo: 2 oídos, 2 fosas nasales, 1 boca, 1 ano, 1 vagina. La descripción en referencia, (Bueno, Oscar – Trascendencia del Siku) hace hincapié a los mecanismos que comprenden secuencias de causa – efecto, pregunta – respuesta, diálogo musical entre “Arka” e “Ira”, entrelazando concordancias cada vez más lógicas, que incluyen descripciones de las estructuras perfectas que posibilitan una convivencia armoniosa desde el principio de COMPLEMENTARIEDAD.
LA ESENCIA DE LA VIDA.-
La complementariedad entre los géneros no significa igualdad, en el mundo andino se reconocen los roles y funciones diferentes, similar a la función del Siku: “Arka e Ira”, marcado por las características de flexibilidad e integración.
El código universal de la Cosmovisión Andina, radica en la relación perpetua del hombre, la naturaleza y el cosmos, porque son “Un ser en su totalidad” (Edison Valverde – El Hombre es la Naturaleza misma/2016): “… El hombre tiene un alma, una fuerza de vida, y también lo tienen todas las plantas, animales y montañas, etc., y siendo que el hombre es la naturaleza misma, no domina, ni pretende dominar. Convive y existe en la naturaleza, como un momento de ella”.
El género humano, tiene como principio organizativo fundamental de la vida, la comunidad expresada en las prácticas sociales, que conlleva comprender las categorías sociales hombre-mujer, cuyas relaciones se desarrollan en base a la edad y los roles que van asumiendo en la comunidad, actividades que van ubicando sus funciones dentro de la dinámica familiar, enlazando en la relación armoniosa del varón y la mujer, estructurados en forma dual simbólicamente masculino y femenino, con cualidades opuestas pero formando una unidad en reciprocidad en sentido de género: “CHACHA-WARMI” (matrimonio, esposos, casados), práctica ancestral de convivencia. La percepción expuesta, concibe la complementariedad entre los géneros y no la igualdad, reconociéndose con roles y funciones diferentes, similar a la función del Siku: “Arka e Ira”, marcado por las características de flexibilidad e integración.
La convivencia pre matrimonial prepara el camino largo hacia la residencia matrimonial; en esta misma concepción, el desarrollo temático de los diversos estilos o tradiciones Sikurianas, exige como esencia los elementos de convivencia social humana, para mantener el género musical del “Siku”, y su composición creadora que va generando nuevas melodías, que con el tiempo va acumulando la inmensidad melódica en sus diversas formas musicales (tradiciones sikurianas – estilos), cual TETRAGRAMATON, que va formando la raíz del “ser”, entendido también como el ente Supremo “Él que es”, o “Aquel que trae el ser a la existencia”, .como se demuestra:
Género humano | Instrumentos del Siku | Tetragramatón |
Hombre | IRA (Siku) | Yod |
Mujer | ARKA (Siku) | Hey |
Falo | Mazo para la percusión | Vav |
Útero | Wankar – Bombo | Hey |
EL CICLO VITAL DEL HOMBRE Y EL SIKU
Para el hombre andino, el “Siku” tiene poderes espirituales de extraordinaria expresión que influye en la mente y el sentimiento de los hombres que lo ejecutan.
La formación de los grupos humanos siempre ha estado ligado con los elementos naturales, por esta razón, la CAÑA como materia prima del instrumento musical: SIKU, para el hombre andino tiene poderes espirituales de extraordinaria expresión que influye en la mente y el sentimiento de los hombres que lo ejecutan; al abordar sobre la estructura de organización de la sociedad andina, de la comunidad, de la familia; una TROPA DE SIKUS, tiene relación directa con el hombre, desde la concepción de la cultura andina: la identidad de género, las actitudes psico – sociales, y el desarrollo del ciclo vital del hombre, se encuentran complementados en armonía y equilibrio, de todo el proceso de construcción y distribución estructural del “SIKU”, considerando el tamaño, timbre, tesitura de toda la Tropa de Sikus: Uña – RECIÉN NACIDO, Ch´ili o Suli – INFANTE, Ankuta o Malta – JUVENTUD, Sankha o Tayka – ADULTO.
Otra interpretación analógica del SIKU con el ciclo de vida nos presenta Domenech S.M. (2011, 187) al describir esta relación de los tres principales tamaños de sikus con las etapas o edades del ser humano dentro de la cosmovisión andina:
El chulli (Chili).- Etimológicamente significa “Semilla”, es el instrumento de caña más cortos, que representa al hijo menor de la familia, que es entregado a los más ancianos cumpliendo con la tradición, en señal de respeto y reconocimiento y sabiduría que debe trasmitir a la siguiente generación, porque poseen el repertorio que deben aprender los nuevos miembros de la familia, además de definir las melodías que deben interpretarse. Los ancianos o miembros del grupo de mayor experiencia son las imágenes vivientes del arquetipo del anciano sabio representan la plenitud y goce por la vida en su dimensión más profunda.
La malta – Ankuta.- Etimológicamente significa “joven” – Aimara, este instrumento de caña de mediana longitud, es ejecutado por los jóvenes recién iniciados en el camino de la vida adulta y también en la música Skuriana grupal. La malta es el instrumento del arquetipo del aprendiz, muy vinculado todavía al niño, cuyo aprendizaje se dá escuchando y observando humildemente hasta lograr el dominio de tocar uno de los SIKUS (Arka e Ira), por lo que recién le será considerado como miembro del grupo de SIKURIS.
La Sankha o Tayka.- Etimológicamente significa “bastón”, posee las cañas más largos que producen sonidos graves muy difíciles de prolongar por la cantidad de aire que se necesita. La Sankha o Tayka es entregada a los adultos. Este asume la responsabilidad de convocar compartir sus conocimientos en la ejecución del instrumento, a fin de compartir sus experiencias y sobre todo de trasmitir el conocimiento Sikuriano.
COMPORTAMIENTO PSICO-SOCIAL DEL SIKURI EN EL SIKU
La dualidad musical se expresa en la UNIDAD PAR COMPLEMENTARIA DE SIKU (Siku “Ira” – Varón – Macho, Siku “Arka” – Mujer – Hembra), es la concepción general, sin embargo la estructura instrumental de una tropa de Sikus, viene a tener un paralelismo directo con la organización social de la comunidad, la clasificación se encuentra en los CHEQA SIKU integrado por: Chili o Chuli, Malta o Ankuta, Taika o Sankha, que vendría a ser la base de una tropa de Sikus, que a la vez son la PRIMERA VOZ FIRME MELÓDICA, de acuerdo al comportamiento Psico-emocional – caracter de las personas, representa a los “CHEQA JAKE” (persona correcta); sin embargo, en la estructura de la Tropa de Sikus encontramos a los SALLQA SIKU (segunda voz), y MAYXA SIKU (tercera voz), integrado por: Sikus de segunda, cuartas, contras y quintas, que vienen a ser LAS VOCES QUE REALIZAN LA ARMONIA Y LA ENARMONÍA, en la analogía del comportamiento Psico-social de las personas, vendrían a ser: SALLQA JAKE (persona conflictiva – engañoso – incorrecto), QEWSA JAKE (persona pedante – jactancioso – altanero – egocéntrico – conflictivo, contradictorio), con estos antecedentes se evidencia que una persona se identifica con el instrumentos musicales que tiene extraordinaria expresión desde la mente, el sentimiento y su comportamiento en la comunidad.
VALORES DEL SIKU EN LA SOCIEDAD.-
El ser SIKURI, refleja “ser” un instrumento de trasformación social.
El ser SIKURI, refleja ser un instrumento de trasformación social, “es mirar con los ojos del corazón, para ver más allá que nuestra vista alcanza ver”; ser Sikuri, es tener una mirada totalmente diferente del mundo, porque se vivencia los principios de reciprocidad, complementariedad y paridad. El SIKU, nos conduce a una forma de vida, una manera diferente de entender el entorno que nos rodea, esta transformación se logra cuando se armoniza la vida objetiva con la vida subjetiva (lo material y espiritual), que conduce al hombre a un equilibrio sincronizado entre el AJAYU y JAQ´I. Esta óptica de entender la vida comunitaria se denomina: “SUMA KAMAÑA” (El Buen Vivir – Vivir en Armonía) los proyectos educativos de la región Puno asimilaron esta tradición filosófica para insertar como parte de la política educativa regional en el PER (Proyecto Educativo Regional – Puno).
La opción civilizatoria del SIKU, está basado en un simbolismo de hermandad, de valor colectivo ancestral con el soporte de la reciprocidad, que viene a ser una característica de las manifestaciones vivenciales de nuestras culturas precolombinas, basado en el sujeto colectivo, más que en el sujeto individual. Esta vivencia se fulgura cuando los SIKURIS danzan todos al tocar, participan adultos y niños, mujeres y varones, mostrando la armonía familiar y colectiva, convirtiéndose en la expresividad de vivir la música significativamente con la cualidad de la “dualidad” (Arka – Ira).
El proceso de aprendizaje y enseñanza del SIKU, está inmerso en la construcción de la vida en armonía, en una sociedad abierta e incluyente, induciendo a la sociedad a llevar a los nuevos miembros de la comunidad a un desarrollo integral, a la participación ciudadana, creativa e innovadora como Sikuri; precisamente, en este contexto se reconoce la dimensión del SIKU, como fuente de sabiduría, de convivencia musical humana a través del “Diálogo Intercultural”, que viene a ser el germen productor de los SIKURIS. El trabajo Psico-emocional del SIKU se enfoca en su propósito de la creación de habilidades en la persona: su capacidad productiva, el ejercicio de liderazgo creativo, de protagonista de su desarrollo cultural, de reflejar valores de: solidaridad, creatividad, reciprocidad (ayni), diálogo (parlawi), inclusión, colectividad comunitaria (Minka), organización y lealtad; el propósito imperativo del instrumento ancestral, está reflejado en infundir en el “Sentimiento y Pensamiento” la filosofía andina forjada por el tiempo, la ideología desarrollado en el espacio. Esta herencia obtenida, se demuestra en la vigencia de las lenguas originarias, como signo de haber adquirido, asumido y vivenciado esa filosofía, esa ideología que nos hacen únicos como sociedad Multicultural.
EL SIKU COMO LENGUAJE SOCIAL ANDINA.-
La música del SIKU, constituye la potencialidad para el auto reconocimiento de los valores y la identidad.
Las diversas teorías sobre la música nos demuestran que, no solo es una expresión de sonidos, la música principalmente como fin supremo tiene el objetivo de trasmitir mensajes entendibles para el público oyente, mensajes que variaran de acuerdo a la percepción de cada individuo, a sus esquemas mentales, culturales de tradición, costumbres, pero que todos son traducidos en un lenguaje de sonidos. En la evocación de las palabras, la música adorna a estas con variedad de tonos para causar en el ánimo una impresión más viva. En la modulación sin palabras también se propone lo mismo, que es como ver el ánimo con los tonos de la voz, y por el natural encadenamiento de los afectos y de las ideas de la música suple a las palabras, especialmente en los objetos que causan una viva impresión en el ánimo (Zenón, Clemente, 2016, 22).
La vigencia de la estructura del sistema de organización de la sociedad andina, hace posible la capacidad reproductiva de su conocimiento y sabiduría basado en las diversas fuentes como son las crónicas además de las versiones orales de nuestros antepasados, que aglutinan un discernimiento heterogéneo, efecto de diversos propósitos e intereses grupales dentro de la sociedad, que permite reafirmar nuestra identidad cultural, que es una necesidad vital de nuestra sociedad, para proyectar el futuro de nuestras propias expresiones culturales, expresados en la tradición y la identidad.
La música del SIKU constituye la potencialidad para el auto reconocimiento de los valores, y las limitaciones contenidas en relación sociales, es además un referente histórico y procesal de un mundo que se exterioriza en la permanente vinculación de los social, lo natural y el cosmos. Esta característica permite que los SIKURIS tengan la función de vivenciar y compartir los diversos estilos / modalidades de las tradiciones Sikurianas (Quechuas y Aimaras); por lo tanto, son argumentos que permiten entender la relación establecida entre los ciclos vitales de la naturaleza y los ciclos humanos, el proceso histórico de desarrollo y trasformación de la sociedad, consolidándose la práctica SIKURIANA como parte fundamental en el propósito civilizatorio de la cultura Andina.
La práctica del SIKU se convierte en una actividad imperativa, no solo por su contenido etnográfico, antropológico, etnomusicológico, sino también por las implicancias más amplias que se pueden recoger de ella, como es el caso de la tradicionalidad sostenida, que están asociados con la emergencia del Supra – Estado – Nación, porque el grupo social sikuriano guarda los patrones andinos de larga trayectoria en el uso del simbolismo, porque además transita al compás de los ritmos Sacros del Cosmos y la Naturaleza.
La presencia de los instrumentos musicales originarios (flautas, quenas, antaras, sikus, wajra phukus, pututos, tinyas, wankars, etc), están marcados por los actos rituales y ceremoniales que se daban en las cuatro fiestas mayores, que son: el solsticio de invierno (21 de junio), el equinoccio de primavera, segunda fiesta andina; la tercera festividad es el solsticio de verano – retorno del sol, y finalmente la última ceremonia, el equinoccio de otoño. Los instrumentos nativos también tuvieron relación directa con las cuatro fiestas intermedias, que no dejan ser importantes, la primera se ubica el 01 de agosto donde se realizan ceremonias dedicadas a la Pachamama (porque la Madre tierra despierta en esa época, después del largo invierno y se inicia el ciclo agrícola), ritual para pedir permiso para sembrar; la segunda fiesta intermedia es el 02 de noviembre, donde se celebran la fiesta de los difuntos, porque según la cosmogonía andina es muy importante recordar a los ancestros, se hace los preparativos para recibir a los familiares difuntos en casa y luego despedir en su nicho o tumba. La tercera fiesta se da alrededor del 02 de febrero, es el tiempo de la Anata, es una fiesta agropecuaria, se cumple el ritual en los campos de cultivo, porque están en pleno crecimiento, se cumple con el marqueo de los animales nuevos, a la vez, toda estas actividades están ligada a los carnavales. La cuarta y última fiesta intermedia, es el 03 de Mayo la fiesta de la “Chakana” (Cruz cuadrada) o Cruz del Sur, relacionada al inicio de las cosechas, ceremonia que permite cumplir con el permiso a la Madre Tierra para retirar los frutos.
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JOSÉ DOMINGO CALISAYA MAMANI.- Cursó estudios de Música en la ESFAP-P, Segunda Especialidad en Didáctica de Educación Superior en la UNSAA, Ciencias Jurídicas y Políticas en la UNAP, Maestría en Gestión y Administración Educativa en la UNSAA y Doctorado en la UNA-PUNO.
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