UNAS VECES
La calle sombría como el rostro de un muerto,
Las bujías como pupilas desvanecidas
La cruz imprescindible de cuatro calles,
Y la tumba enlutada de la noche.
El viento, una oración muy triste,
Mis pasos latidos del silencio,
Mi sombra, sin sombra, una esperanza,
Los árboles enigmáticos, centinelas callados,
El frío travieso buscando mis pulmones,
Mis ojos trajinando las sombras,
Los cerros lejanos repicando misterios
Y mi vida atisbando un verso nocturno.
Otras veces,
La música danzando con mis tímpanos,
La mesa cansada de mis codos,
El espacio aburrido con mis palabras,
Las paredes arrojando mis miradas.
Los cigarrillos mordiendo mi garganta,
Las copas suspirando recuerdos,
Mis manos estrangulando la vida
Mis penas mojadas de licor.
El café respirando el fondo de las cosas,
Los amigos recordando alguna amada,
Los labios humedecidos de consuelo
Y el espíritu tranquilo en su festín.
Siempre,
Cuatro paredes aburridas con mi presencia,
La ventanilla que me alcanza un pedazo de cielo,
Una mesa bordada con mis poemas
Una silleta crujiendo su fatiga.
Una cama con la rima de mis sueños,
Una mesa de noche preguntando del día,
Un cenicero con la escoria del ayer,
Un reloj imperativo que me bota a la calle.
Mis libros, camaradas de Universo,
Mis papeles arrugados de dulces fantasías
Mis periódicos enjugando los hechos,
Y mi vida tambaleando en la nada de la vida.
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